Ante un teatro porteño Vorterix colmado de público, el trovador santiagueño Raly Barrionuevo reinició la gira de presentaciones de su octavo álbum “Rodar” y ratificó un andar estético signado por una identidad folclórica que se cultiva en absoluta libertad.
Dueño de una historia y una personalidad lo suficientemente forjadas como para escaparle a los “booms” y a las etiquetas juveniles, románticas y populosas de la escena de la música nativa, Raly disfruta de reinventarse sin perder la esencia y esa certeza se plasmó intensamente en el ámbito coqueto y rockero del Vorterix.
Hijo de madre campesina y docente y él mismo integrante del Movimiento Campesino de Santiago del Estero-Vía Campesina, una pertenencia asumida con naturalidad y sin alardes de ocasión, el músico, de 40 años, dedicó su más reciente disco “Rodar” a los caminos.
Y son esos espacios -ya sean rutas, senderos, remansos o heridas- los que lo conducen a un territorio donde la libertad sonora se encuentra con una poética personalísima y construye un discurso artístico poderoso, bello, intransferible.
Un escenario con una puesta surcada por paneles con motivos arbóreos surrealistas y dominada por la rueda de “Rodar” que también sirvió para proyectar imágenes circulares y operó, además, como una suerte de ojo de buey desde donde espiar imágenes y motivos ligados a las canciones, recibió el concierto puntualmente a las 21.
Sostenido en sus dos notables compañeros de ruta: el baterista y percusionista César Elmo y el bajista y cantante Sebastián Sayes, Barrionuevo se lanzó a una aventura musical plagada de ritmos y estaciones que fue sumando, alternativamente, una cuerda de vientos y varios invitados.
El propio anfitrión apeló a distintas guitarras criollas, acústicas y eléctricas, al cuatro y a la armónica, para acompañar una voz dulce y precisa que hizo las delicias de una audiencia en el que las mujeres no dudaron en manifestarle absoluta devoción.
Días atrás, en una entrevista con Télam, el cantautor nacido en Frías había comentado que “está buenísimo saber que hay un público que viene a verme y puedo ponerme a hacer una vertical y va a estar todo bien igual, pero no es que llegué de pronto y me convertí en un fenómeno, sino que son muchos años de laburo y siento que la gente está de verdad y no porque la han bombardeado por radio con mis canciones”.
Por eso, lejos de las convenciones, de lo seguro, de lo esperable y de lo correcto, la velada comenzó haciendo un repaso vital por “Rodar” que se inició con la bellísima “Mujer caminante” (sumando a una dama bailando en escena).
“Mochileros”, “El sol parece lluvia” y “Al costado del camino”, fueron parte de esa recorrida en la que no faltaron los aires tropicales como los de la cumbia “Luna del Albigasta” y la guaracha santiagueña “Mujer de fuego”, que matizó acompañando ambas piezas con una filosa viola eléctrica.
“Tengo una invitada sorpresa”, deslizó antes de recibir a la intérprete Liliana Herrero a quien le fue dictando la letra de la notable “Niña fuego de la América sangrada” para un encuentro antológico que le sumó matices al recital.
Enseguida llegó un set de chacareras propias (“Alma de rezabaile”, “Chacarera del sufrido”, entre más), que desató el baile en la parte baja y popular de la sala, una danza que se extendió a la hora de la “Zamba de usted”.
Con el rabioso aporte de la guitarra electrificada de Juan Abalos, se sucedieron “Chacarera de la espada” (con imágenes de He Man), “Juan de los montes” y una estupenda, larguísima y festejada versión de “Hasta siempre” (en este caso, con postales de Ernesto Che Guevara).
La sucesión de clásicos propios adornados por audaces relecturas, incluyó “Niña luna”, “Ey, paisano”, “Circo criollo”, “Chacarera del exilio” y “Oye, Marcos”, la festiva invitación al referente público del Ejército Zapatista de Liberación Nacional para que visite Santiago del Estero.
Para evitar la pantomima de irse y volver “a pedido del público”, pretendió retirarse con “Cómo danza la esperanza”, pero el clamor del público motivó un “cambio de planes”, según confesó risueño. Criolla en mano, empalmó hitos folclóricos como “Luna cautiva” y “Zamba por vos”, que la motivó a regresar a Liliana Herrero y junto a quien, además, compartió “Oración del remanso”, de Jorge Fandermole.
En esa multiplicación del repertorio, las sorpresas continuaron con la llegada de Lisandro Aristimuño para encarar en trío “Tu nombre y el mío” antes de un cierre con el sello propio pero multiplicador de “Somos nosotros”, que remató una poderosa función de poco más de dos horas.
La serie de funciones de “Rodar” continuará el sábado en el Auditórium de Mar del Plata, el viernes 26 llegará al teatro Martín Fierro del complejo José Hernández de San Salvador de Jujuy, un día después, al salteño teatro Del Huerto y el 4 de mayo al teatro 25 de Mayo de la capital santiagueña.

Fuente Agencia Télam