¿Quién  protege de las drogas a los habitantes de las localidades del departamento Las Colonias? El brutal ataque a dos ancianos en Sa Pereira y posterior muerte de uno de ellos y la detención de los hermanos Iturria, acusados de ser los autores de tan horrendo crimen, demuestra que la droga mata. Y en cualquier parte. Los vecinos cuentan que los Iturria, son tres hermanos jóvenes -muestran foto- que un día llegaron desde la zona de Rafaela.

Con ellos llegó la venta y el consumo de drogas en el pueblo, que no tiene más de 1.500 habitantes.

Los vecinos narran cómo vendían drogas y consumía, sumando a otros pibes que debilitados psicológicamente y espiritualmente por su situación familiar y laboral, ingresaron en el consumo. También señalan a otros dos o tres visitantes que se asentaron en ese lugar como causantes de robos, peleas y drogas. Todavía están.

Todos los vecinos, los 1.500 sabían, menos la policía antidrogas.

¿Cómo es que la policía antidrogas del departamento Las Colonias nunca se enteró? El consumo de sustancias en Franck, Pilar, Humboldt, San Jerónimo Norte, por citar las comunidades más grandes sigue creciendo y enfrente parece no tener a nadie. Tanto es así, que en una reciente encuesta de la radio Radar de Humboldt -la que dimos a conocer- la seguridad o las viviendas no son el principal interés de la población: por lejos, son las drogas. La Brigada de Drogas de la policía santafesina brilla por su ausencia, para los pobladores no son más que unas letras.

El último y uno de los escasísimos procedimientos importante contra el consumo de sustancias lo descubrió la policía de la provincia.

Y es para el asombro. Un «criadero» importante de plantas de marihuana en una carpintería que se ubica a una cuadra de la plaza central. La policía de la Brigada antidrogas se enteró cuando los llamaron sus colegas de la policía de la provincia.

Lo real y concreto es que, más allá de las excusas de los jueces que no dan órdenes de allanamiento, en pueblo alguno de Las Colonias se detiene siquiera un delivery  que pasean con sus motitos, bicis,  automóviles, camionetas, autos de remisse y cuanto rodado pueda circular por las calles de los pueblos y ciudades.

La misteriosa Brigada Antidrogas, cuyo trabajo nunca se conoce y cuyas acciones en procedimientos no existen, más se parece a un cuento de fantasmas que de acción directa contra el narcotráfico. En Esperanza hay por lo menos 80 personas, la gran mayoría de ellos pibes  y pibas que están luchando a brazo partido para poder salir de esta enfermedad.

Otro tanto le pasa a decenas de familias en los pueblos del interior departamental. Hay que escucharlos para darse cuenta de la terrible devastación que producen las sustancias.

Y ahora la muerte real y concreta, brutal y repudiada por todo un pueblo como el de Sa Pereira, de un abuelo que debió de disfrutar la vida después de haberla dado a la sociedad trabajando.

La lluvia de cocaína, marihuana y pastillas sigue lloviendo sobre Las Colonias.

Daniel Frank – El Colono del Oeste