El presidente de la Federación de Centros Tamberos de Santa Fe explicó los motivos por los cuales hay faltante de algunos artículos lácteos y cómo cayó la actividad luego de las lluvias de marzo.
La producción láctea en la provincia de Santa Fe atraviesa un momento complicado que repercute en todo el país.
Un consumo interno muy alto, valores de exportación histórica -en dólares- y las consecuencias que dejaron las grandes lluvias de marzo pasado en los tambos provocaron dos fenómenos: la falta de algunos productos en las góndolas y un incremento notable en los precios.
En ese sentido, Diario UNO conversó con el presidente de la Federación de Centros Tamberos de la provincia de Santa Fe (Fecet), Gustavo Colombero, quien dio un panorama de la realidad que atraviesa el sector productivo y sus consecuencias en la industria.
Según el funcionario de Fecet, es «normal» que los veranos tengan un pico estacional de caída de la producción, que ronda entre «un cinco y un ocho por ciento como máximo, de acuerdo a si un año es más o menos caluroso», pero a diferencia de otras temporadas, dos eventos climáticos confluyeron en agravar la situación. Por un lado, la tormenta de lluvia y granizo que se abatió en gran parte del departamento Las Colonias el 25 de diciembre de 2006; por el otro, las inusuales precipitaciones de marzo.
«La repercusión inmediata el día después que terminó de llover (en abril último), fue que en la provincia cayó prácticamente un 50 por ciento la producción normal de leche. Eso, en términos generales, implica que Santa Fe como provincia aporta al país entre el 32 y el 34 por ciento de la producción nacional. Que haya caído la mitad, es algo muy importante», explicó Colombero.
En cuanto «al gran nivel de consumo interno», el presidente de la entidad lechera recordó que «de 134 o 136 litros per cápita (por habitante en el país) por año, a la fecha se está en casi 230 litros de leche per cápita por año, lo que genera una demanda interna muy fuerte». El otro elemento que añadió, que para él también determina el faltante de producción, «es el alto precio internacional que es realmente histórico, porque en tiempos normales una tonelada de leche en polvo (como uno de los productos de referencia) que se exporta está en el orden de los 1.800, 1.900 dólares, pero hoy está entre los 4.000 y 4.500 dólares la tonelada».
- ¿Con todos los problemas que afronta el sector, de cuánto sería el faltante de producción hoy por hoy?
En condiciones normales el país estaría en el orden de los nueve mil a 10 mil millones de litros de leche anuales, hoy esa cifra es menor. Con 7.500 u 8.000 millones de litros se abastece sobradamente al mercado interno.
- Entonces, ¿qué habría que hacer?
Hay varias cosas que se deben hacer, porque hoy estamos en un cuello de botella. Cómo se puede superarlo rápidamente, dándole todas las posibilidades económicas y técnicas a la producción para que se recupere lo antes posible. Y por otro lado, redireccionar el destino de la leche.
- ¿Qué significa redireccionar el destino de la leche?
Que más allá que es cierto que hay que cumplir con los compromisos internacionales, en la medida que se apunte más a retener la leche producida y derivarla al mercado interno, estas cosas que están pasando que vas a las góndolas y no hay lácteos, no deberían estar pasando o debería ser mucho menor el faltante.
Lo que yo quiero dejar claro es que no hay desabastecimiento, hay leche, lo que pasa es que estamos cubriendo otros mercados, otros destinos. Por ejemplo, un país civilizado como Canadá, que tiene una producción de leche muy parecida a la nuestra en cantidad, tiene un mercado cerrado, que ni exporta ni importa. Nosotros si hoy tuviéramos una política interna, solamente, no sólo no faltaría leche sino que incluso sobraría», señaló el dirigente a modo de propuesta.
Asimismo, recordó cuál fue el rol de la industria láctea en otros años. «La política histórica de la producción de leche en la Argentina fue abastecer el mercado interno y el sobrante, que normalmente era un 15 o 20 por ciento, se exportaba. Hoy la ecuación por los nuevos precios internacionales se invirtió, por eso, empresas que exportaban el 10 o 15 por ciento hoy exportan el 65 y dejan en el mercado el 35 por ciento», sostuvo. De todos modos, reconoció que las mismas empresas «han anunciado que van a redireccionar y van a apuntar al mercado interno», porque saben que el sistema pende de un hilo si la escalada inflacionaria motiva más política intervencionista del Estado.