Hoy se realizarán en todo el país numerosos homenajes y actividades para recordar al creador de memorables personajes como Inodoro Pereyra o Boggie el aceitoso. Más conocido como «El negro«, Fontanarrosa murió el 19 de julio de 2007 en Rosario, debido a una esclerosis lateral amiotrófica, una enfermedad que enfrentó desde 2003 con valentía y que en ningún momento pudo borrarle las ganas de hacer cosas y de vivir en plenitud el día a día sin perder su emblemático sentido del humor.
Fontanarrosa nació en Rosario el 26 de noviembre de 1944 y desde chiquito fue ??canalla??, como se conoce a los fanáticos de Rosario Central, el club de sus amores del que, además, diseñó la camiseta del equipo.
En 1968 publicó su primer chiste, aparecido en la revista Boom, el inicio de una prolífica carrera como dibujante y humorista primero y como escritor luego, que tuvieron siempre su sello personal: el de una increíble sensibilidad popular.
Su simpatía, su sencillez y empatía con las personas en general lo llevaron a escribir un cuento de fútbol o sobre sexo, política y cultura e -incluso- romper el formalismo del III Congreso Internacional de la Lengua Española, celebrado en Rosario en 2003, cuando dio una exposición antológica sobre la utilidad de las malas palabras.
«Hay palabras de las denominadas malas palabras que son irreemplazables, por sonoridad, por fuerza y por contextura física de la palabra. No es lo mismo decir que una persona es tonta o sonsa que es un pelotudo», dijo entonces Fontanarrosa en una celebrada ponencia, ante una sala colmada de público.
A través de sus inolvidables creaciones como Boggie, el aceitoso e Inodoro Pereyra (el renegau) logró instalar en el imaginario colectivo frases chispeantes como «mal pero acostumbrado» o «negociemos, don Inodoro» del perro Mendieta, eterno acompañante del personaje gaucho.
En 1973 de la mano del dibujante Caloi entra al diario Clarín, a la vez que trabajó en la revista Satiricón y en la flamante Mengano, y poco después comenzó a publicar por Ediciones de la Flor la primera compilación de las aventuras de Inodoro, seguidas de las de Boggie.
A principios de los 80, Fontanarrosa conoció a los integrantes de Les Luthiers con quienes trabajó como asesor creativo y en esa época también apareció su primera novela «Best Seller» (1981), a la que le seguirían «El área 18», «No sé si he sido claro», «Nada del otro mundo», «Uno nunca sabe», «El mayor de mis defectos» y «La mesa de los galanes», entre otras compilaciones de relatos.
«La vagancia te va llevando a la síntesis por eso lo que más me gusta dibujar es La Pampa; hago una línea y chau», dijo alguna vez el Negro, que pese a sus afirmaciones trabajó para medios locales e internacionales, hizo decenas de prólogos, adaptaciones para teatro y cuanto dibujo o texto le pidieran.
Otro lugar destacable de su vida fue el emblemático bar rosarino El Cairo, escenario de la famosa «mesa de los galanes» donde Fontanarrosa y sus amigos charlaban de la vida todos los miércoles, durante muchos años.
En Buenos Aires, el espacio de arte Imago (Suipacha 658) exhibe hasta el 2 de agosto más de 200 obras, entre originales de viñetas, tiras de historietas, afiches, tarjetas, almanaques, bocetos y manuscritos, en un abanico de géneros, recursos, técnicas, líneas, trazos y soportes bajo el título «Fontanarrosa.100% Negro».
Un año atrás, una multitud despedía los restos del dibujante y escritor, «uno de los tipos más queridos del país», en un hecho que sumió en una profunda tristeza a su ciudad natal y causó gran impacto también en otros ámbitos, como el del fútbol y la literatura.
A un año de la muerte de Roberto Fontanarrosa
Fuente Agencia Télam