Apostados en dos filas de más de 25 cuadras, los fieles seguían ingresando al santuario de Liniers, donde el arzobispo de Buenos Aires, Jorge Bergoglio, oficia la misa.
Las puertas fueron abiertas a la medianoche. «Vengo a pedir trabajo y a agradecer por toda mi gente«, dijo a Marina Ríos, de San Justo, una de las fieles.
Por su parte, Carlos González, de Ituzaingó, dijo a Télam que «tengo trabajo gracias a San Cayetano por eso vengo a agradecerle», mientras que Rodolfo, un joven de 17 años de la localidad de Moreno, afirmó que «yo vengo por trabajo para mi papá y para mi pido que me vaya bien en el estudio».
Los fieles, apostados en dos filas de más de 25 cuadras ingresaban a la iglesia por la entrada principal para tocar la imagen del santo y elevar sus plegarias en pos del pan y del trabajo.
La misa Central es oficiada desde las 11:00 por Jorge Bergoglio, arzobispo de Buenos Aires.
Pero anoche la veneración comenzó a la cero hora cuando el arzobispo auxiliar Raúl Martín abrió el candado de la entrada sobre la izquierda de la iglesia, por donde ingresan los promesantes.
El fervor y la alegría se mezclaban por entonces con una profunda emoción por parte de los feligreses, mientras que con fuegos artificiales se daba inicio a la festividad del santo más popular del país.
Uno de los sacerdotes que participan de la celebración, en diálogo con Télam recordó que «durante todo el día, más de 120 religiosos asistirán a los peregrinos en las misas y confesiones aunque el acto central».