En la pequeña localidad de Pergamino ubicada a tan sólo a 200 kilómetros de Capital Federal, próxima a las tierras agrícolas más caras de la Argentina, la seca castigó sin clemencia al ganado vacuno que yace inmóvil en las cañadas.
Las vacas muertas por falta de pastos ya no son un fenómeno exclusivo de zonas marginales.
Las áreas ganaderas del norte bonaerense padecieron la larga sequía que azotó las tierras este año: productores, comerciantes y referentes coincidieron en que la ganadería ha acelerado su retroceso en los últimos meses. Los pastos no crecen, las reservas de alimentos se agotan, los rollos escasean y su valor está por encima de los $180. Además, el impacto de las heladas ha sido más fuerte en los suelos ya castigados por la sequía. Desde hace cinco meses casi no cae una gota de agua.