Sin Ginóbili, lesionado, el seleccionado de básquetbol volvió a mostrar su estirpe, venció a Lituania por 87 a 75 y se quedó con el tercer puesto en los Juegos Olímpicos.
Otra actuación consagratoria, otro momento histórico para el básquetbol nacional. El seleccionado argentino muestra su estirpe en cada cancha a la que sale. Hoy, ese grupo de 12 jugadores festeja en el estadio Wukensong de esta ciudad por la medalla de bronce olímpica lograda por el triunfo ante Lituania por 87 a 75.
Sin embargo, este tipo de imágenes son usuales en los últimos 7 años gracias a esta Generación Dorada, independientemente del color del metal.
La Argentina se repuso de todo tipo de adversidades en estos Juegos Olímpicos y terminó con su frente bien en lo alto y arriba del podio. No importó que Emanuel Ginóbili no pudiera jugar ante los lituanos por haberse torcido el tobillo izquierdo ante los Estados Unidos en las semifinales, tampoco que otros jugadores no hayan llegado en su máximo esplendor físico. El seleccionado dio una muestra más de carácter y construyó una victoria indiscutible ante Lituania, apoyado en la figura de Luis Scola (16 puntos), recostado sobre el asombroso crecimiento de Carlos Delfino (20 puntos y 10 rebotes), en esas ganas de Andrés Nocioni (14 puntos y 8 rebotes) y con buenos aportes desde el banco de los suplentes. Manu, eufórico, alentó desde el banco.