Con un show histórico, el Salmón puso pie en tierras aztecas y cautivó a 10 mil personas. «Uh, perdón, ¡Pancho Villa también!». Esa modificación en la letra de «El salmón» fue la primera de una extensa serie de guiños mexicanos a los diez mil fans que dejaron sold out la primera presentación de Andrés Calamaro en la ciudad.
Acaso el preciosismo barroco del enorme retablo de la Catedral del México sirva para explicar él espíritu de un show recargado en citas, referencias, respeto y amor al pueblo y la cultura del país.
Con una remera de Emiliano Zapata como primera declaración de principios, el Salmón fue soltando su lengua (popular) hasta construir un verdadero tratado de la mexicanidad.»Tardamos demasiado en venir. Hace un rato charlábamos que para recuperar el tiempo perdido, tendríamos que volver todas las semanas», argumentó.
A lo largo de más de dos horas de show, Calamaro se hizo tiempo para besar el escenario del Auditorio Nacional, en un gesto papal («Voy a besar el escenario del Auditorio Nacional, donde cantaron tantos maravillosos artistas y en este sencillo acto besar también el suelo mexicano»); incluir versiones y citas de Bob Marley, Feliciano, Stevie Ray Vaughan, Miguel Ríos, Gardel y Lepera, Cobián y Cadícamo; hablar en primera persona («Andresito se siente como en casa») y amagar con llorar; presentar a los músicos con largos parlamentos al ritmo de un rock & roll salvaje y provocar una ovación al mencionar que su tecladista, Tito D?? Avila fue fundador de los Enanitos Verdes (¡en serio! ¡Acá son grossos mal!); recibir remeras del público (le tiraron una con su nombre y el número 69 de los Pumas, el equipo de fútbol de la UNAM); agradecerle a «la raza» y dedicarle el show a los 40 años de El Tri.
En esas dos horas, también revisitó un repertorio que intercaló clásicos de Los Rodríguez, de los 90 y, claro, de La lengua popular. Con una banda incendiaria de cuatro guitarras y el bajo de Candy Caramelo al frente, parecen una delantera tan temible como «La Máquina» de River, los cinco jinetes del Apocalipsis (Candy, Julián Kanevsky, Diego García, Geni Genaro y el propio Andrés) se transforman en los cinco grandes del rock & roll.
Para los bises, el Salmón lució una remera con la cara de Blue Demon, figura mítica de la lucha libre vernácula. Y terminó repartiendo flores a la gente, besando la bandera de México (que se lució durante todo el show junto a la Argentina) y celebrando los 40 años del Tri, emblema del rock local, con una remera con la cara del ídolo, Alex Lora.
En una corrida de excesos y amor, Calamaro dejó a la raza lista para, muy pronto, llenar el Estadio Azteca. Aquí en México también dicen que hay un mundo de sensaciones?¦