La «Roja» venció a la selección albiceleste 1 a 0, por primera vez en un partido oficial. Fabián Orellana, a los 35 minutos del primer tiempo, anotó el gol. El equipo que dirige Marcelo Bielsa le dio un «baile» al conjunto de Alfio Basile.
El partido se jugó en un repleto Estadio Nacional de Santiago de Chile, que vivió una de las noches más emocionantes de su historia, con un buen arbitraje del colombiano Oscar Ruiz.
El equipo de Marcelo Bielsa le dio un verdadero «baile histórico» al conjunto de Alfio Basile y la diferencia de un gol no marca lo que en realidad fue el partido.
En Santiago se presentaba un equipo grande, que nunca había perdido ante el rival que iba a enfrentar, frente a uno chico. De un lado de los de rojo y del otro los de azul.
¿Cuál era el grande y cuál el chico? Cualquier desprevenido, cualquiera que no conociera la historia de uno y otro hubiera dicho que los de rojo eran los grandes y los de azul los chicos.
Es que en el comienzo del partido Chile parecía el grande y Argentina, de azul, por las insólitas cábalas de Basile, el chico. Y así fue todo el partido. Los dirigidos por Bielsa salieron decididos a ganar el partido, con tres delanteros de punta, un enganche, volantes que pensaban más en atacar que en defender y una línea de fondo firme, ayudada por el flojo desempeño argentino.
Ya a los dos minutos de partido la sorpresa de Bielsa, Jean Beausejour, casi sorprende a Juan Pablo Carrizo con un remate de larga distancia. Basile mandó a la cancha a un equipo con cuatro hombres en el fondo, tres volantes en el medio, con Javier Mascherano por derecha, Cristian Ledesma por el medio y Esteban Cambiasso por izquierda. Delante de la línea media se ubicó Lionel Messi, quien flotaba en una posición en la que no fue enganche, no fue delantero, como se diría en el «potrero», no fue de nada, más allá de que de sus gambetas en velocidad llegó lo mejor o, en realidad, lo más peligroso del equipo argentino.
Diego Milito y Sergio Agüero quedaron muy lejos de todos, porque los tres volantes centrales que dispuso Basile no tienen características ofensivas, más allá de su buen trato de pelota.
Entonces, Argentina fue un equipo muy largo, que padecía con el vértigo que le quería imponer al partido el equipo de Bielsa, sobre todo cuando se juntaban por derecha Gary Medel, Matías Fernández, David Suazo y Orellana por la izquierda, donde Cambiasso quedaba siempre a tras mano, Gabriel Heinze no hacía pie y la clave para los locales pasaba por ahí.
En el primer tiempo hubo un momento de tensión cuando se produjo el choque entre Nicolás Burdisso y Mark González, que derivó con los dos jugadores fuera de la cancha. A partir de ese momento todo fue de Chile, por juego y por sobre todas las cosas por actitud.
Por eso no sorprendió que los locales se pusieran en ventaja, luego de una gran jugada colectiva, que derivó en un desborde de Medel por derecha, quien envió un centro preciso para que Orellana hiciera estallar al Estadio Nacional.
Todo lo que siguió después del gol de Chile fue un verdadero baile del equipo de Bielsa, con presión, toque, rotación, fuerza, ataque. Todo lo que se necesita para ganar y jugar bien.
En el segundo tiempo salió Milito, entró Gonzalo Bergessio, Zanetti pasó al medio, pero todo siguió siendo para peor, porque Chile en la parte final tuvo casi una decena de chances de gol, como una que salvó Daniel Díaz en la línea, más las que perdieron Suazo y compañía.
Encima, en el segundo tiempo apareció Matías Fernández, el único que parecía estar fuera de sintonía, para que lo de los chilenos sea mejor todavía. Argentina no tuvo respuestas futbolísticas, ni anímicas y fue más de lo mismo en estas eliminatorias.
Por eso perdió y los dirigidos por Basile se deben ir contentos de Chile porque tendrían que haber sido goleados. El 1-0 en contra fue un premio para tan paupérrima actuación.