Tras quince años sin ofrecer un show aquí y ocho sin pisar suelo argentino, anoche Madonna volvió a presentarse en Buenos Aires.
La Reina del Pop cantó ante un River colmado luego de que la fecha del miércoles, la primera del capítulo argentino del «Sticky & Sweet Tour«, fuera pospuesta. Unos 50.000 fanáticos corearon las canciones en las dos horas de un concierto que ostentó un despliegue escénico impactante: bailarines, escenografía, luces y hasta un Rolls Royce en escena.
La diva comenzó su show a las 21.50, más de media hora después de lo anunciado y luego de que el DJ británico Paul Oakenfold comenzara a calentar la noche desde las 20. El tour es descripto como un «viaje bailantástico conducido por el rock» y la primera parada fue en uno de los cuatro conceptos sobre los que gira el show: «Pimp» (proxeneta), algo así como una fusión entre la estética del hip hop y la moda de 1920. Madonna participó de un episodio de boxeo simulado y saltó la soga sobre el escenario.
Más tarde pasó al segmento «Old School» (vieja escuela) para el delirio de sus fans de la primera época, cuando aún frecuentaba los locales neoyorquinos con temas clásicos como «Into the Groove» y «Borderline».
Alternando episodios con pequeños intervalos de videos que sirvieron para que cinco personas ayudaran a Madonna a cambiar de vestuario en tiempo récord, el concierto viró a un perfil gitano. Mientras ella descansaba, un trío ucrananio se encargó de continuar con la fiesta, que hacia el final se vio coronada con una rave electrónica con toques orientales en el que apuntó al blanco con hit tras hit: el reciente «4 Minutos», cantado a dúo con un Justin Timberlake virtual en las pantallas, el clásico «Like a Prayer», «Ray of Light» y «Hung Up». En el medio, reflexiones sobre la celebridad alicaida Britney Spears, proclamas políticas y palabras de elogio para el público, a quien ayer por la tarde les pidió disculpas por los cambios de fechas en una «carta abierta».
Gran parte del peso del espectáculo pasa por el perfil extramusical. Porque si el primer concierto se retrasó porque no llegó la escenografía y el vestuario, ambos ítems no son menores. En toda la gira se contabilizan 3.500 prendas de guardarropa diseñadas por 36 diseñadores diferentes, que se almacenan en 30 camiones. Madonna cuenta con 8 cambios de vestuario para todo el tour.
El espectáculo también cuenta con dos escenarios comunicados por un segmento. Mientras el principal mide 83 metros de ancho por 42 de largo, el pequeño es de 17 por 12 metros. Sobre ambos pasan 28 artistas, entre músicos y bailarines.
Hasta el momento, el «Sticky & Sweet Tour» lleva recaudados más de 200 millones de dólares entre los conciertos que Madonna ofreció en los Estados Unidos y Europa. Repetirá su concierto hoy, el domingo y se despedirá el lunes.