Ante una multitud azorada por la espectacular puesta, Madonna dio la última de sus presentaciones de «Sticky & Sweet tour» en el estadio de River, donde en dos horas de show hizo vibrar al público y atravesó momentos cargados de alegría, sensualidad y hasta emoción de la mano de una despojada versión de «No llores por mi Argentina«.
«Yo quiero que ustedes se sientan felices«, dijo la diva del pop en un pasaje del concierto, sintetizando el espíritu de una noche en la que 24 temas reversionados (tocó todos los que estaban en la lista) pasaron sin respiro como una suerte de gran video clip en que una Madonna radiante demostró que es capaz de ganar en la batalla contra las leyes del tiempo.
Empuñando una guitarra eléctrica, jugando con su micrófono, cantando a capella, saltando el clásico juego de la soga calzando un short rojo deportivo o interpretando emocionada la bella «You must love me» en el segmento acústico, Madonna inyectó calor a un show que arrancó frío y media hora más tarde de lo previsto.
En su segunda visita a la Argentina después de 15 años, la artista deslumbró con su impecable estado físico y supo exprimir cada segundo para que todas las miradas apuntaran a ella, siempre apoyada en los bailarines, la gran puesta de luces y las imágenes proyectadas en las pantallas gigantes que funcionaban como escenografía y como un punto determinante en el concepto de cada canción.
Luego del casi ignorado show del famoso DJ Paul Oakenfold, la blonda salió imponente al escenario del Monumental entonando la melodía de «Candy Shop» sentada en un gran sillón, para luego saludar a la audiencia con un «Hello, Buenos Aires», lo que provocó el delirio del público.
«The beat goes on», «Human nature» (acompañado en las pantallas con imagines de Britney Spears, Pharrell Williams y Kane West), una gran versión del glamoroso «Vogue» e «In to the groove» que, con el aporte de un DJ en escena sirvió para que la Reina del Pop hiciera su primer cambio de vestuario, fueron los primeras títulos de la lista.
El sonido hiphopero se impuso por momentos y se sintió especialmente en la versión de «Music», seguida por una puesta teatral de «She?¹s not me», una canción en la que Madonna se enfrenta a ella misma en todas sus épocas.
Un interludio de danza étnica en una remixada versión del bello «Rain» dio paso a un pasaje más oscuro marcado por el pulso de «Spanish lesson», que ya requería nuevo vestuario y 12 bailarines con togas negras.
En la segunda parte del show, la más festejada por el público, Madonna llevó el recital hacia sonido más latinos, un segmento en el que no podía faltar la aflamencada «La isla bonita» y menos «Like a virgen», un tema que sumó a la lista original de la gira y que cantó a capella a pedido de un joven (Tomás, según le respondió a la diva) que estaba entre el público y cerca de un desaforado Pablito Ruiz que captado por las cámaras.
El momento emotivo de la noche llegó cuando, detrás del romántico «You mus??t love me», pulsó con su guitarra acústica la armonía de «Don??t cry for me Argentina» («No llores por mi Argentina»), que respaldada por otras tres guitarras y un violín, entonó en una versión sentida que hizo llorar a muchos de los presentes.
Para el final, una fibrosa y más relajada Madonna lució flequillo y unas grandes hombreras plateadas que se pusieron a tono con el sentido futurista que le dio a esta parte del show con temas como «Like a payer», «Ray of light» y el hit popero «Give it 2 me», con el que cerró el primero de la serie de shows que la estrella dará en la Argentina.