Miles de personas se congregaron en el Congreso para escuchar la misa de cuerpo presente y siguieron a paso de hombre la cureña que trasladó el féretro.
Al grito de «Alfonsín, Alfonsín«, otras cientos en las calles arrojaron claveles y rosas. A raíz de la gran cantidad de gente apostada en las puertas del cementerio, se demoró el ingreso del cortejo. Referentes partidarios y políticos recordaron la figura del ex mandatario, que ya descansa en la bóveda de los caídos en la Revolución de 1890.
n multitud despidió los restos del fallecido ex presidente Raúl Alfonsín, quien fue sepultado en el cementerio de la Recoleta junto los líderes radicales Hipólito Yrigoyen y Leandro Alem, mientras desde muchos lugares del mundo se seguía elogiando su figura como restaurador de la democracia en Argentina.
En Londres, donde participó de la cumbre del G20, la presidenta Cristina Fernández de Kirchner, quien mantenía una amistad con el líder radical, evocó su figura y recordó que compartieron el «último acto público» de Alfonsín, en la Casa de Gobierno, cuando decidió colocar su busto de ex presidente.
Cristina dijo que sabía que de esa forma «cumplía con algo que todos los argentinos sentíamos en el fondo, la idea indisoluble» de que Alfonsín simbolizaba «el advenimiento de la democracia en Argentina».
El líder radical, de 82 años y que gobernó al país entre 1983 -año en que volvió el país a la democracia- hasta 1989, recibió innumerables de muestras de afecto de miles de personas que se acercaron al Congreso durante más de 25 horas de velatorio.
También fue conmocionante, por la gran cantidad de público, el recorrido que hizo la cureña transportando sus restos mortales hacia el cementerio, y su funeral, en el que sus ocho oradores coincidieron en forma unánime en que se estaba ante el último adiós a un «gran demócrata».
Alfonsín, quien murió el martes a las 20.30 víctima de un cáncer en su domicilio personal, fue despedido «con todos los honores como corresponde a un ex mandatario», por decisión de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner, y el Ministerio de Educación de la Nación dispuso que mañana su figura sea recordada en todas las escuelas.
Ni siquiera la pertinaz lluvia que caía sobre Buenos Aires durante las últimas horas del velatorio en el salón Azul del Senado de la Nación, impidió que la gente se acercara a darle su despedida.
Su familia -entre ellos Ricardo Alfonsín, el único de sus hijos que lo siguió en la política- lo acompañó en todo momento. Y recibió, constantemente, innumerables pésames de parientes, amigos, dirigentes, funcionarios y hasta de miles de desconocidos que se acercaron a la capilla ardiente.
El titular del Senado brasileño y quien fuera presidente del país vecino durante parte del mandato de Alfonsín, José Sarney, dijo, al despedirlo en el Congreso: «»Estoy aquí en carácter de representante del presidente Lula da Silva, como jefe de la delegación de Brasil, con el corazón herido de un amigo, uno de los hombres públicos más importantes de América».
«El coraje, la visión de estadista de Alfonsín abrieron caminos para los cambios que marcaron profundamente no solo a la Argentina sino a toda la América Latina», expuso Sarney, y recordó que en su primera conversación con el líder radical en Misiones coincidieron en que era «un error histórico la competencia entre Brasil y Argentina» y en que había que «cambiar el rumbo de la historia de nuestros continentes».
«Esos fueron los acuerdos básicos que sirvieron a la construcción política de hoy», enfatizó el parlamentario brasileño, en lo que finalmente fue el embrión de la creación del Mercado Común del Sur (Mercosur). Víctor Martínez, el vicepresidente durante su gobierno, expresó que con su muerte «se ha abierto el libro de un legado imperecedero».
El titular de la UCR, Gerardo Morales, fue el encargado partidario de evocarlo. «Alfonsín representó un proyecto democrático de vanguardia», dijo el senador nacional, y rememoró una frase acuñada durante la presidencia del ex mandatario.
«En la democracia no solo se vota, en la democracia se come, se educa y se cura».
El justicialista Eduardo Fellner, presidente de la Cámara de Diputados, rescató «tres enseñanzas de vida» que deja Alfonsín. «Nada se logra sin militancia, sin el esfuerzo y compromiso permanente por lo que se piensa; que el diálogo es la mejor herramienta para la construcción política; y que fue un hombre de convicciones».
A su vez, el vicepresidente Julios Cobos expuso que se estaba homenajeando «a un gigante de la democracia, al presidente de todos, a Raúl Alfonsín».
Tras la evocación, se realizó una misa de cuerpo presente en la explanada del Parlamento, sobre la avenida Entre Ríos, oficiada por su primo y arzobispo de Santa Fe, monseñor José María Arancedo, que fue seguida por todos los funcionarios, legisladores y numeroso público.
La gente, emocionada, arrojaba claveles rojos y blancos, colores que identifican al partido radical, el cual Alfonsín abrazó durante toda su vida y por el cual ocupó, además de la presidencia, cargos de concejal, legislador provincial y diputado y senador nacional.
Luego, la cureña que transportó el féretro inició su recorrido por la avenida Callao hacia el cementerio, escoltada por una guardia de honor de 215 efectivos del Regimiento de Granaderos a caballo.
Muchas de las personas tenían las tradicionales boinas blancas y banderas radicales, lo siguió, voceando «Alfonsín, Alfonsín».
En los balcones de los edificios se veían fotos y carteles con su cara, banderas argentinas y pasacalles que atravesaban Callao, con incripciones como «Hasta siempre presidente».
A las 15.40 sus restos ingresaron al cementerio, en medio de otra multitud que lo aguardaba. Hasta tal punto la gente se agrupó frente a necrópolis, que tuvieron que pedir al público que dejase entrar a los familiares y amigos más allegados a Alfonsín.
El último adiós se lo dieron Daniel Salvador; Enrique «Coti» Nosiglia -ministro del Interior durante su presidencia-; el ex presidente uruguayo Julio María Sanguinetti; la frepasista Graciela Fernández Meijide; y Mario Losada, ex senador y ex presidente del comité nacional de la UCR.
Les siguieron el ex titular del justicialista y ex gobernador bonaerense, Antonio Cafiero, quien dijo que «tuvo dos maestros en su vida». «Uno fue (el ex presidente Juan) Perón, como ustedes lo saben; el otro fue Raúl Alfonsín», develó el veterano dirigente justicialista. «Aprendí muchas lecciones de Raúl Alfonsín y le agradeceré hasta el final de mi tiempo las cosas que solo él podía aleccionarme», expuso Cafiero.
Luego le siguió Leopoldo Moreau, uno de sus principales escuderos en la Cámara de Diputados durante su presidencia, quien dijo que el fallecido ex presidente «creía profundamente en el sistema de partidos» y siempre bregó «por la paz». El último orador, el titular de la Convención Nacional partidaria, Hipólito Solari Yrigoyen, sostuvo que se ha «perdido al mejor hombre de nuestra generación».
«Fue el hombre representativo de la democracia, de esa democracia por la cual luchó toda la vida, a la que le dedicó sus energías, en todo tiempo y lugar», subrayó Solari Yrigoyen.