Pidieron que se condene a 26 años de prisión a Chabán y a «Pato» Fontanet. Lo hicieron los abogados José Iglesias y Beatriz Campos, representantes del grupo mayoritario de querellantes.
Consideraron que el ex gerenciador y Callejeros co-organizaron el show y compartían las ganancias. El fallo, el 19 de agosto. La principal querella del juicio por la tragedia en Cromañón pidió que se condene a 26 años de prisión al ex gerenciador del local, Omar Chabán; al líder de Callejeros, Patricio Santos Fontanet; a su ex manager, Diego Argañaraz; y al ex subcomisario Carlos Díaz, por el incendio que provocó 193 muertos el 30 de diciembre de 2004.
En la primera jornada de los alegatos del debate, la solicitud fue formulada ante el Tribunal Oral en lo Criminal 24 por el abogado José Iglesias, que representa a unos 800 familiares de víctimas y perdió a su hijo Pedro en el siniestro.
El letrado también pidió 13 años de prisión para Raúl Villareal, ex mano derecha de Chabán; 12 para el baterista Eduardo Vázquez; 10 para el guitarrista Maximiliano Djerfy, el saxofonista Juan Carbone, el bajista Cristian Torrejón; 7 para el escenógrafo Daniel Cardell y 5 para el otro guitarrista, Elio Delgado.
En tanto, reclamó que se condene al jefe de la comisaría 7ª Miguel Angel Belay a seis años de prisión, por el delito de cohecho pasivo, es decir, por cobrar coimas para no controlar Cromañón.
Iglesias acusó a Chabán, Villareal, al cantante Santos Fontanet y al ex manager Argañaraz, y al ex segundo jefe de la comisaría 7ª, Díaz, del delito de estrago doloso seguido de muerte en 193 ocasiones y de 1.524 lesiones, y a los civiles de cohecho activo (pago de coimas).
Pero hizo algunas distinciones: al ex gerenciador del local lo consideró coautor de ambos delitos, a Villareal partícipe secundario y al cantante coautor sólo del primero y partícipe necesario del segundo.
En el caso de Djerfy sólo le atribuyó ser coautor de estrago doloso y pidió una pena cercana al mínimo que prevé el Código Penal.
Ante una sala repleta de familiares de víctimas, a todos se les atribuyeron casi las mismas responsabilidades: haber permitido el ingreso al local de al menos el triple de lo que permitía la habilitación (1.031 personas), haberse excedido en la venta de entradas y no haber frenado el recital pese a que se arrojaba pirotecnia.
También les imputaron haber efectuado el show en un lugar con elementos combustibles, entre ellos la media sombra, que fue «uno de los agentes más nocivos en la sinergia de gases que emanó el techo» y provocó la muerte de la mayoría de los asistentes.
Otras acusaciones fueron no haber ordenado que se abriera la llamada «salida alternativa», que estaba cerrada con candado y alambres, así como las conocidas como puertas cine, donde «quedaron impregnadas las manos de los chicos», que pugnaban por salir, dijo Iglesias.
A los tres imputados también se los responsabilizó por no haber capacitado al personal de seguridad para la evacuación y extinción de incendios.
Sobre la gran cantidad de pirotecnia que ingresó al lugar, Iglesias dijo que Villareal dejaba pasar a la gente sin revisarla y que la banda incentivaba su uso en otros shows previos y a través de la prensa.
Más temprano, la abogada Beatriz Campos -que comparte la querella con Iglesias- había señalado que Chabán y la banda de rock «co-organizaron el recital» y tenían un acuerdo por el cual se repartían las ganancias: el 70 por ciento para Callejeros y el 30 para el ex gerenciador.
En base a varios testimonios, estimó que esa noche pudieron haber ingresado a Cromañón unas 6.000 personas, si se suman las entradas vendidas, la reventa, los que estaban en lista de invitados y los que entraron por ser conocidos de la gente de seguridad.
Al respecto, mencionó el testimonio de algunos sobrevivientes que contaron que el lugar estaba «colmado», «no se podía respirar ni caminar» y lo calificaron como «un infierno en el que no se podía estar».
El alegato fue seguido sólo por tres integrantes de Callejeros, Carbone, Cardell y Djerfy; Chabán; Villareal y los ex jefes de la seccional séptima, Carlos Díaz y Miguel Ángel Belay, mientras que no asistieron los ex funcionarios porteños acusados.
Sentada en el habitual banquillo de los acusados, Campos sostuvo sobre la seguridad que Callejeros llevaba unas 30 personas de su confianza y Chabán aportaba 4, por lo que acusó a ambos de estar a cargo de ese aspecto.
Pero especialmente hizo hincapié en el grupo de rock, ya que sus contratados hacían los controles afuera y permitían en ingreso al sector VIP.
Sobre el cacheo de pirotecnia, la letrada dijo que, si bien muchos testigos refirieron que era «intenso», porque hasta les sacaban las zapatillas, también «había muchas filtraciones», porque Villareal «señalaba» con el dedo a quien había que dejar pasar sin control.
A Villareal también lo señaló como quien controlaba la recaudación, rendía cuentas a las bandas y decidía la apertura y cierre de puertas: «Ocupaba el lugar de Chabán cuando no estaba y hasta se llevaba el dinero», remarcó.
Sobre el tema, acotó que, según el testigo Héctor Zerpa, ex empleado de seguridad, «Villareal mandó cerrar las puertas para que no se colara nadie unos diez o quince minutos antes de que empezara el recital».
Iglesias continuará su alegato mañana a las 9.30, con la acusación a los ex funcionarios porteños, Fabiana Fiszbin, Ana María Fernández y Gustavo Torres.
Luego, está previsto que aleguen las querellas encabezadas por los abogados Mauricio Castro y Patricia Núñez Morano, en nombre de unas 400 víctimas, y Marcelo Parrilli y María del Carmen Verdú, en representación de unos 40.
Lo que diferencia a estos abogados del resto es que no formularon ninguna acusación contra Callejeros cuando el expediente se elevó a juicio y, por lo tanto, ahora no pedirán ninguna condena para la banda.