El primer «salto» de un hombre en la Luna, ocurrido cuando el cosmonauta estadounidense Neil Armstrong pisó la superficie lunar el 20 de julio de 1969 consagró lo supremo de la exploración humana al conquistar por primera vez un territorio que no era la Tierra.
«Este es un pequeño paso para un hombre pero un salto gigantesco para la humanidad«. Aquel día, la frase de Armstrong se sobrepuso al ruido de las interferencias y se escuchó para la posteridad en el centro de comando de Houston, según cuenta el escritor Norman Mailer, cronista de aquella noche, en su libro «Fuego en la Luna«.
La gesta del Apolo XI tripulada por Armstrong, Buzz Aldrin y Michael Collins supuso una hazaña suprema que marcaría en forma indeleble, a escala planetaria, el calendario del siglo XX.
«El gran salto para la humanidad` al que se refería Neil Armstrong era que, por vez primera, un ser humano `saltaba` en terreno que no fuera la Tierra, el súmmum de la exploración para los humanos, que llegábamos a otro lugar por primera vez», dijo a Télam el astrónomo Marcos Machado, de la Comisión Nacional de Actividades Espaciales (CONAE).
El científico recuerda que siendo por entonces estudiante de la Universidad de La Plata, «al día siguiente no dejábamos de hablar del tema en clase con una profesora, y todos reconocíamos la emoción y el sentido de trascendencia» del acto que habíamos compartido.
Un hecho trascendental anterior había ocurrido cuando el Apolo VIII circunvaló la Luna por primera vez y los astronautas vieron una imagen que quedó plasmada en una foto de la Tierra emergiendo por encima del paisaje lunar.
Esa imagen supuso «una percepción totalmente distinta de la que se tenía entonces y cambió la mirada para todo ser humano pensante, que consideró `qué chiquititos, qué frágiles nos vemos en esa nave espacial llamada Tierra en la que nosotros vivimos`, una pelotita azul en el concierto del Universo», describió Machado.
Para este aniversario, la NASA encontró la oportunidad para lanzar una nueva consigna: «El primer paso en el regreso a la Luna», con una misión tripulada por humanos para 2020.
La agencia espacial estadounidense dará de baja a los trasbordadores espaciales y los reemplazará por naves reutilizables con características similares a los de las misiones Apolo para llegar a la Luna y a Marte, dijo a Télam el científico Elliott Cramer, especialista en inspecciones en el espacio y encargado de analizar el siniestro del Trasbordador Columbia.
Durante una visita a Buenos Aires, donde participó de un seminario de Ensayos No Destructivos, Cramer afirmó que la NASA va a utilizar «vehículos con características similares a las del Apolo para ir a la estación espacial y luego más allá, a la Luna y a Marte». La nave que se diseña está formada por un único cohete con el vehículo de la tripulación en la parte superior, tendrá capacidad de aterrizaje y será reutilizable tras algunas reparaciones.
«La idea propuesta ahora es lanzar la tripulación en un vehículo espacial y las provisiones necesarias en otro vehículo, para que lleguen al mismo tiempo a la Luna», contó Cramer. Machado opinó que «posiblemente haya algún atraso respecto al plan de regreso a la Luna en 2020».
«Hubo un cambio de administración de (el republicano George W.) Bush a (el demócrata Barak) Obama que implicó un cambio de administrador en la NASA, quien acaba de ser confirmado por el Senado».
«La NASA posiblemente posponga este proceso de regreso a la Luna. No obstante, el nuevo director, el general Charles Bolden, de 62 años, fue astronauta, piloto de la Fuerza Aérea condecorado en Vietnam, y ha volado muchas veces el trasbordador espacial, así que le interesa mucho la exploración a nivel humano», consideró Machado.
El largo período de tiempo transcurrido sin misiones tripuladas desde la última misión Apolo a la Luna, en diciembre de 1972, «fue por la gran inversión que demandan esos programas», que comenzaron en 1957 e incluyó misiones con y sin personas.
Machado calculó la cifra actualizada: «La inversión anual que demandó el programa Apolo -de unos 8 mil millones de dólares- para la NASA equivaldría hoy a unos 40 mil millones de dólares al año, teniendo en cuenta la inflación y la devaluación de la moneda estadounidense».
El gasto de la NASA para el espacio «en los últimos veinte años rondó los 15 mil millones de dólares», comparó. Hace cuarenta años, «conseguido el objetivo de ganarle a los rusos en una especie de Guerra Fría que se jugaba en el espacio, el presupuesto comenzó a descender con el surgimiento de vehículos como el trasbordador espacial, que iba a ser más versátil -que lo fue-, pero, finalmente, no más económico».
Las tecnologías desarrolladas en los años `60 fueron las que permitieron explorar desde entonces planetas, cometas y asteroides, y mirar hacia la Tierra con nuevos ojos.
Por lo demás, la carrera espacial supuso un salto científico tecnológico con muchos desarrollos que se hicieron para poder llegar a la Luna, que se incorporaron luego a la vida cotidiana, como el teflón y las pequeñas calculadoras generadas con procesos de miniaturización para equipar la nave.