Tras la inauguración por parte de la Presidenta Cristina Fernandez de Kirchner, la Casa del Bicentenario comenzó a funcionar con una primera noche de festejos y shows en vivo. Se sirvió un vino de honor para todos los visitantes que recorrieron la muestra y que celebraron la creación de este nuevo espacio cultural y reflexión.
Eduardo Luis Duhalde, secretario de Derechos Humanos. «Este es un acto importante: darle una casa a los festejos del Bicentenario, que es una fiesta de todos los argentinos y que tiene no sólo un recuerdo de los 200 años de historia, sino que es una puesta al futuro del país«.
Un muchacho, de quizás 21 años, cogoteaba desde el colectivo de la línea 12. No entendía qué hacía tanta gente en la puerta de un edificio sobre Riombamba que pocos días atrás estaba completamente vacío.
La música sonaba en la puerta, era un intervalo entre clásica y tango. Imágenes de bailarinas se proyectaban en las pantallas de las vitrinas. Mucho color. Mucho celeste y blanco. Y colas de mujeres y hombres que querían participar de la celebración.
Es que ayer, martes 16, quedó formalmente inaugurada la Casa del Bicentenario, un espacio cultural que -en boca del propio ministro de Educación, Alberto Sileoni- se plantea quiénes somos, de dónde venimos y hacia dónde queremos ir los argentinos, mediante una propuesta de reflexión, de debate y proyección hacia futuro.
La presidenta Cristina Fernández fue la invitada de honor para el corte de cinta. Funcionarios y periodistas la esperaban, ansiosos, dentro de la Casa (disfrutando de la exposición permanente y de un vino de honor). Militantes de UPCN y vecinos la esperaban, también ansiosos, en la puerta del edificio (mientras repartían folletos con un “Fuerza Cristina” y desplegaban banderas).
Finalmente, Cristina llegó hacia las 17.00. Se la vio sonriente. Se acercó a los que la estaban esperando en la puerta, se sacó fotos con ellos, y entró. Una vez en los pasillos de la Casa del Bicentenario, la Presidenta recorrió sus pisos y conoció la muestra que luego vería el público.
“Todavía hoy algunos, y algunas, nos ven a las mujeres como a un objeto”, acusó la Presidenta durante su discurso inaugural de este nuevo museo multimedia que tiene como principal atractivo una recorrida de la historia de la mujer argentina de los últimos 200 años, y que reivindica su rol tanto dentro de la familia como de la arena política.
El secretario general de la Presidencia, Oscar Parrilli, el de Derechos Humanos, Eduardo Luis Duhalde, y el de Cultura, Jorge Coscia; junto al ministro de Educación, Alberto Sileoni; su par de Trabajo, Carlos Tomada; y de ciencia, Lino Barañao, fueron algunos de los funcionarios que acompañaron ayer a la jefa del Estado y escucharon atentamente cada palabra de su discurso.
Madres de Plaza de Mayo, artistas y militantes se mezclaban como parte de los invitados especiales entre un público heterogéneo de hombres y mujeres, niños y adultos mayores, que se quedaron hasta el final de la fiesta.
Había mucha expectativa. Y los espectáculos empezaron cuando una pareja de baile subió al escenario donde horas antes había hablado Cristina Fernández.
En línea con ese concepto de que el Bicentenario es una oportunidad de consolidar nuestra identidad y replantearnos un proyecto de país más justo, esa chica y ese chico bailaron al ritmo de un tango electrónico, representando a las madres e hijos que lucharon durante la última dictadura militar por un país democrático.
Fue, tal vez, uno de los momentos más emotivos. Los pasos de esa mujer parecían envolver a un jovencito que peleaba por la libertad del país y su propia vida. Era su madre, su protectora. Una madre que aún perdiéndolo continuaría acompañándolo, exigiendo justicia con un blanco pañuelo en su cabeza. “¿Y vos a quién tenés desaparecido?”, dijo una voz en off. Y el espectáculo cerró.
Luego vendrían otros números y la particular Babel Orkesta de música balcánica y se exhibieron unos “extraños” instrumentos. “¿Qué es eso?”, preguntaba una señora mientras señalaba a las obras de León Ferrari que él mismo nombraría como “artefactos para dibujar sonidos”, con los que Gaby Prado (danza y coreografía) y Marcelo Katz (dirección musical) realizaron una performance.