El director de la Biblioteca Nacional, Horacio González, adelantó que se trata el Museo del Libro y la Lengua, que se presentará oficialmente esta semana y que abrirá sus puertas al público en noviembre. «Se puede considerar que es un trabajo surgido a partir de los esfuerzos culturales, intelectuales, de la Biblioteca Nacional en una materia de la cual antes no había nada», enfatizó González al explicar que el nuevo museo nace por el trabajo entre personal de la Biblioteca y lingüistas de diferentes universidades.
Explicó a Sala de Prensa que se trata de un proyecto único, dado que “no hay un museo como éste en la Argentina. Y no lo hay en Latinoamérica, tampoco; salvo en San Pablo, Brasil” donde se hace foco en el idioma portugués.
“Es el tipo de museo que abre la discusión, porque nadie se puede privar de reflexionar de la lengua nacional, aquello que es el tesoro común de los ciudadanos y que se expresa a través de las singularidades que cada grupo y persona le imprime”, enfatizó González.
Como funcionario nacional, pero también como sociólogo, entendió que “la lengua nacional contiene una evolución histórica, un debate sobre su formación y uso, en el sentido de que todos somos usuarios de la lengua nacional pero ésta -como cuerpo histórico y en permanente mutación- también nos tiene a nosotros”.
“Se sabe que tenemos una lengua, pero no siempre está claro que ella también nos tiene a nosotros –advirtió el titular de la Biblioteca Nacional. Entonces, en ese sentido, el museo tiene un carácter reflexivo y el visitante podrá verse como ante un espejo muy nítido quién es como perteneciente a una lengua, como alguien que la usa todos los días en todos los planos posibles”.
Sala de Prensa: -¿Cuál es su reflexión sobre el camino que transitó nuestra lengua?
Horacio González: -La lengua es una especie de persona colectiva cuya vida está a lo largo de la historia. En la Argentina siempre hubo una gran polémica sobre la lengua, en relación a la genérica que es la española. Desde la generación del 37 en adelante, Echeverría, Sarmiento, Alberdi, el gran dilema que aún tiene vigencia es si se acentúan los rasgos autónomos de una lengua nacional, en la Argentina y Latinoamérica, con su variedad, o si la lengua es algo que tiene su regencia en la Real Academia Española.
SdP: ¿Cómo es la relación actual con la RAE?
HG: -Hoy no hay foco de conflicto con la RAE porque tiene un nivel de comprensión de las singularidades dialectales en América latina. Pero no siempre fue así: cuando se independizó la Argentina, la generación del 37 tuvo la siguiente hipótesis: faltaba la autonomía cultural a través de la lengua.
SdP: -¿Qué desafíos encontramos hoy, entonces, respecto de la lengua?
HG: – En la era de los medios de comunicación no hay la menor duda de que la lengua es algo que ellos precisan, y sobre la cual actúan muchas veces aplanándola, convirtiéndola en una lengua muy instrumental.
Pero, también, muchas veces la lengua toma sobre los medios de comunicación su papel directriz demostrando que con ella no se juega. Por eso mismo, investigar hoy cuál es el papel de la lengua frente a los medios es una tarea esencial, y el museo lo hace en dos aspectos: con la historia de los libros y cómo la lengua tuvo distintos momentos históricos en relación a cómo se convirtió en un instrumento pedagógico y de identidad.
SdP: -Esa relación con la literatura fue…
HG: -La lengua forja la literatura nacional y, a veces, grandes obras como las de Borges constituyen el nivel en el cual se usa la lengua, en el presente y en el futuro.
Las grandes literaturas argentinas, las de Sarmiento, Borges, Jauretche, son formidables ensayos sobre la lengua. El museo es la historia de cómo se comportaron los argentinos frente a este arcón de joyas, que son las palabras a las que no solemos darle mayor importancia y que, sin embargo, constituyen el alimento por el cual establecemos el tejido diario de nuestras relaciones.
SdP: -La Presidenta, en su discurso, habla de blindar la región, de hacernos fuertes, de la Patria Grande. Desde el campo intelectual, y considerando también que las industrias culturales son un motor importante de las economías, la lengua, en ese contexto de unión, ¿qué situación atraviesa?
HG: -Desde ya que la lengua no puede ser una industria cultural, aunque sí la alimenta. Los españoles lo tienen en claro y alimentan a la Telefónica de España, pero eso acá no está tan claro.
Algunos han dicho que la lengua es parte del Producto Bruto Interno. Un poco excesivo decirlo así, pero creo que esta lengua tiene una fuerte proyección hacia el habla real de los argentinos, hacia el estrato de las hablas articuladas con los pueblos originarios, y otro brazo dirigido hacia el habla latinoamericana que es muy dispar.