Ensayos realizados en el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria, sede Rafaela provincia de Santa Fe, determinaron que la interacción entre híbridos de maíz y dos momentos de siembra influye en el rendimiento y calidad del forraje.
El grupo de pasturas y forrajes conservados del INTA presentó los resultados de ensayos comparativos sobre comportamiento de híbridos de maíz para silaje en dos épocas de siembra. El trabajo permite evaluar la adaptación ambiental, producción de materia seca y calidad del forraje.
Juan Mattera, especialista en pasturas y forrajes de esa unidad del INTA, destacó la importancia de planificar la siembra en “dos momentos distintos”. De esta manera el productor se “asegura la disponibilidad del forraje”.
El silaje de maíz es usado debido a los altos rendimientos de materia seca por hectárea, sumado a que es un alimento con buen valor energético y alta palatabilidad –sabor y textura–. Además, no requiere tratamiento previo para ser ensilado debido a que posee buenas características a través del corte directo, por su alto contenido de azúcares.
El comportamiento de los híbridos varió según la época de implantación, lo cual permitió determinar el momento de máximo rendimiento y calidad de la materia seca.
Durante el ensayo, los materiales más productivos fueron DUO 560 HX, APACHE y ZEA 3265 debido a que alcanzaron un rendimiento de hasta 21.000 kilogramos de materia seca por hectárea.
Según Luis Romero, especialista del INTA Rafaela, “el promedio de producción de materia seca de todos los híbridos evaluados fue mayor en la época de siembra tardía: 18.043 kilogramos de materia seca por hectárea. El rendimiento estuvo asociado a las precipitaciones registradas durante el verano”.
Los resultados fueron diferentes a los obtenidos años anteriores, como por ejemplo la siembra 2009, cuando la mayor producción se había alcanzado en los maíces sembrados temprano. De este modo, se evidencia cómo incide la variabilidad climática sobre la producción de forraje del cultivo.

La evaluación en detalle

Con respecto al sitio experimental, los híbridos se sembraron sobre un suelo argiudol típico serie Rafaela en dos momentos: el 19/10/2010 para la época temprana y el 14/12/2010 para la época tardía. Se utilizaron parcelas de cuatro surcos a 0,52 centímetros entre hileras de seis metros de largo. La densidad fue de cinco semillas por metro lineal de surco y se fertilizó con 50 kilogramos de nitrógeno por hectárea con urea. Para el control de las malezas se utilizó atrazina a razón de cuatro litros por hectárea.
La altura de los híbridos en la época temprana fue en promedio de 165 centímetros; el más alto fue DK 910 con 173 centímetros. Sin embargo, los maíces sembrados más tarde, en promedio fueron más altos: el material SRM 565 alcanzó el mayor valor: 226 centímetros.
En la época temprana, los materiales destacados por su alta producción fueron DK 910 y DUO 565HXRR2, con niveles de materia seca por hectárea de alrededor de 17.000 kilogramos.
En cuanto a la composición morfológica del forraje, en la época temprana el híbrido SRM 565 tuvo el mayor porcentaje de espigas (53 por ciento) y el menor porcentaje de tallo (29 por ciento). En cambio, en la época tardía, los híbridos Apache, DUO 565 HXRR2 y DK Feed RR2 presentaron mayores valores de porcentaje de espiga (64 por ciento) y menores de tallo (24 por ciento).
“Los maíces tardíos presentaron un mejor contenido de espigas y relación grano/planta”, indicó Mattera, quien además señaló que “desde el punto de vista de la calidad en los híbridos mostraron un menor contenido de fibra detergente neutro (FDN) y fibra detergente ácido (FDA), dos aspectos que influyen positivamente en la digestibilidad del forraje”.
Si bien el maíz ocupa un lugar central en la dieta de los bovinos, no se recomienda su suministro como único alimento debido a que posee una baja proporción de proteína bruta (PB) y minerales (especialmente calcio).

Fuente Sala de Prensa – Presidencia de la Nación