El próximo domingo 23 de Octubre se realizarán las elecciones presidenciales en todo el país. La campaña electoral de Cristina Fernández ya no interpeló a «la oposición», ni apunta a los medios de línea editorial contraria al gobierno. El giro discursivo se gestó después del 50% que obtuvo en las primarias y ahora se concentra en potenciar las patas fuertes del modelo K.
También Hermes Binner redireccionó su campaña a partir del resultado de las primarias. Si hasta allí el objetivo había sido una campaña de propuestas diferenciadora del griterío y el dedo acusador y detractor de la CC-ARI, la UCR y el Peronismo Federal, en esta etapa viró a un intento por polarizar y polemizar con la presidenta como forma de erigirse en la opción opositora que asome la cabeza sobre el resto.
Si algo diferencia al FAP del resto de los opositores es una actitud propositiva más que crítica; pero su posicionamiento se movió en función del mismo patrón: parece que pelea contra el gobierno pero en realidad es la forma de sacar ventaja en la carrera por ver quién queda mejor posicionado en el arco no oficialista.

Opositores

A excepción de Alberto Rodríguez Saá, que disputa el voto peronista no kirchnerista, el resto de la oposición devaluó su cotización. Eduardo Duhalde parece haber estacionado su candidatura en la banquina. Ricardo Alfonsín navega entre las limitaciones personales y un partido que ya no resiste seguir atado con alambre. Del poco decoroso rol de Elisa Carrió se habla más abajo. Jorge Altamira disfruta de su milagro y sueña con lograr presencia parlamentaria.

Santa Fe

El 14 de agosto la presidenta ganó por 5 puntos en la provincia y perdió por décimas en Rosario. No desentona con el panorama general del país, donde 17 jurisdicciones favorecieron la reelección. En todo caso la expectativa estaba, como lo estará el 24 a la noche, en que se trata de la provincia que gobierna el candidato del FAP.
No será fácil para Binner dar vuelta el resultado de la primaria si se tiene en cuenta que, transcurrida la campaña, las chances de la presidenta se consolidaron y nada augura que vaya a perder votos. También se consolidó –y en buena medida– la posibilidad de crecimiento del gobernador a nivel nacional, aunque queda por ver si lo mismo ocurre en Santa Fe donde, por ser la provincia que gobierna y que más conocimiento tiene, el caudal obtenido en agosto pudo haber sido el techo. La clave parece estar en el comportamiento de los votantes que en la primaria optaron por Elisa Carrió o Ricardo Alfonsín. Sea cual fuere el resultado, los socialistas parecen tener asegurado un digno papel.
Bancas con arrastre. En ese contexto, la elección de diputados por Santa Fe tiene un alto componente de arrastre. En la dirigencia política hay cierta coincidencia en que nueve de las 10 bancas que están en juego ya están definidas en coincidencia con la proyección que dejó la elección primaria: cinco diputados para el justicialismo y cuatro para el FAP. Según esta lectura, el atractivo pasa por la décima banca, que podría quedar para alguna de las dos fuerzas que lideran la intención de voto o alguna de las que vienen a la cola.

Lilita

Así como Binner apuntó su campaña a interpelar al gobierno nacional, los restos de la oposición no peronista pusieron en la mira al candidato del FAP. Carrió, de notable mala fe, lo acusó de promover una reforma constitucional que abrirá las puertas a la re-reelección; Alfonsín de ser funcional al kirchnerismo. Ambos repitieron la estrategia que tan pésimos resultados les reportó con Cristina: intentar desgastar al adversario ante la imposibilidad de crecer ellos.
Es de destacar el caso de Carrió, que a pesar del 2% de los votos tuvo un protagonismo desproporcionado en algunos canales y diarios, siempre con el fin de pegarle al candidato del FAP. Resulta evidente que, imposibilitados de derrotar a la presidenta, los núcleos de poder que se articulan en torno de ese grupo mediático vuelven a la carga por el control de la oposición, ahora en un intento por domesticar e imponerle el libreto a quien perfila como referente opositor de peso.

Campaña y crisis

La campaña de la presidenta puso eje en los aspectos del modelo K más apreciables por el electorado: actividad económica; producción industrial; apuntalamiento del desarrollo científico-tecnológico; fortalecimiento del mercado interno para complementar la relación comercial con Brasil y la soja (los otros dos grandes motores de la economía). La crisis internacional le vino como anillo al dedo para la coyuntura. No se sabe aún qué tan dañina puede resultar aquí, pero en el mientras tanto le permitió al oficialismo construir un relato que exalta la preeminencia del interés nacional en las políticas económicas adoptadas desde 2003 a la fecha.

Por qué Santa Fe

La candidatura de Hermes Binner puso en el centro de la escena a Santa Fe. Cristina estuvo dos veces después de las primarias y evaluó una tercera, que no se concretó, para la semana final. El candidato a vice, Amado Boudou, hizo algunas visitas más; también desembarcaron ministros como Carlos Tomada y Débora Giorgi. La provincia resulta, entonces, territorio de disputa. El Frente para la Victoria está en plan de levantar el techo del 50 por ciento de las primarias, y a la vez que no crezca Binner. No porque el socialista represente una amenaza, sino porque conviene que la oposición siga siendo un páramo que imposibilite el surgimiento de una referencia en torno de la cual iniciar una etapa de acumulación.

La oportunidad

Si Alfonsín saliera segundo, nadie el lunes creerá estar asistiendo al comienzo de algo nuevo. Si fuera Binner, a diferencia del radical, tendrá una oportunidad de mostrar y disputar la construcción de un espacio alternativo.
El gobernador de Santa Fe ha mostrado capacidad de liderazgo tanto en Rosario como en Santa Fe. Que pueda hacerlo a nivel país es otro cantar; pero si el domingo las urnas le conceden respaldo lo va a intentar. Tiene una voluntad de hierro, como la ha demostrado este año, dando y ganando todas las batallas que propios y extraños le presentaron a su liderazgo antes de iniciar la aventura de la candidatura presidencial.
Al igual que la presidenta y a diferencia de otros adversarios, Binner no es un advenedizo, ni un político part time, ni aparece cada dos años cuando hay elecciones. Su objetivo es, una vez que pase la prueba de este domingo, abocarse a la construcción, paso a paso, de una alternativa política de mediano y largo plazo, de sello no kirchnerista, progresista, gregacionista, con vocación de mayoría y de poder.

Riesgos

Con el kirchnerismo parado también en el espacio progresista, y el resto de la oposición diluyéndose, parece evidente cuál era el «mercado» del FAP para hacer crecer el piso de 2 millones de votos que contó en agosto. Aventurarse en quintas ajenas lo puso más de una vez al descubierto, algunas veces ante trampas tendidas y otras ante el simple transcurrir de la realidad. Un ejemplo fue las idas y vueltas en torno de la presencia de Sergio Schoklender en el Congreso.
Esto también repercutió en el candidato. Su necesidad de instalarse en la agenda pública, de polemizar, diferenciarse, polarizar lo obligaron a transitar un camino lleno de riesgos al que no le quitó el cuerpo. Sin embargo a nadie se le escapó que algunas frases o actitudes desentonaron con su estilo y formas históricos.

Premio mayor

El kirchnerismo tiene asegurado el pasaporte para otro mandato como premio a su capacidad de haber articulado una alianza política, social y económica capaz de encausar las demandas posteriores a 2001 y las que se fueron agregando desde entonces. Su gran mérito fue hacerlo a reversa de lo conocido en los últimos 30 años, es decir subordinando lo económico a lo político como derrotero general y la economía a la política como praxis de gobierno. Retomó deudas impagas de la democracia y construyó como pudo, a los ponchazos, escaso de planificación y voluntad de planificar, apagando incendios y muchas veces por olfato más que por lógica. En oportunidades metió la pata hasta el tuétano, pero fueron muchos más los aciertos. Recreó el imaginario de un país capaz de aprovechar al máximo su potencialidad, con autodeterminación económica y política, progresiva industrialización y desarrollo científico y tecnológico. Aprovechó con genialidad la coincidencia entre un contexto internacional favorable y la necesidad refundacional de una nueva etapa político-económica del país. Al devenir de los dólares de la soja y la demanda brasileña le imprimió una política que, lejos del conformismo y la resignación, tomó riesgos en casi todos los frentes, desafió los manuales y exploró nuevos límites, siempre manteniendo vigente la premisa de que, aun dentro de los límites que impone la realidad, el objetivo final es que todos suban al barco.

La novedad

Ese rumbo general que la sociedad argentina se encamina a convalidar en las urnas tiene, por supuesto, su pasivo y contradicciones poco honorables. Es ahí donde hace pie el FAP, novedad de esta elección no sólo porque como sello no existía antes y porque Binner recién da sus primeros pasos en la liga mayor. Es una novedad que la opción con más posibilidades de secundar al oficialismo, también opositora, se constituye como tal marcando diferencia y proponiendo alternativas, pero parado desde un lugar que, al menos desde lo enunciativo, es común a ambos: si los consultores políticos no se equivocaron, el 24 a la noche un 65 por ciento de argentinos habrá votado por una opción electoral identificada con el progresismo.

Fuente El Colono del Oeste