Dijo José María Arancedo. El Arzobispo de Santa Fe y flamante titular de la Iglesia argentina aseguró que su gestión implica “continuidad con matices”. En la relación con el gobierno propone “autonomía y cooperación”. Y a los santafesinos, “voy a seguir siendo su obispo, sigan rezando por mí”.
Recién vuelto a Santa Fe tras una semana en Buenos Aires, en el curso de la cual fue electo presidente de la Conferencia Episcopal Argentina y se entrevistó en tal carácter con la presidenta de la Nación, el arzobispo José María Arancedo recibió durante la mañana a los periodistas locales.
En la entrevista con El Litoral hizo gala de su habitual amabilidad y buena disposición -aunque con respuestas algo más acotadas de lo habitual, por imperio de los demás compromisos-; cualidades en las que, entre otras, se ha cifrado su designación al frente de la Iglesia argentina. O, en otras palabras, “moderación y diálogo”, dos palabras clave de las que se hace cargo, y a las que añade otros dos pares, transmitidos a Cristina Fernández y reiterados de manera pública: “continuidad con matices” y, con respecto al gobierno, “autonomía y cooperación”.
La continuidad es fiel al mensaje que encabezó su trayectoria en Santa Fe, pero también a los lineamientos del Episcopado argentino: preocupación por lo social, énfasis en la educación, recuperación de la dignidad del hombre, preservación de las instituciones, defensa de la vida y la familia. Los matices quizá ya aparezcan expuestos cuando anticipa que, después de seis años de “crispación” entre el Episcopado y el gobierno, y de polémicas mediáticas, reivindica la construcción de un puente de diálogo permanente, que admite la libertad de la crítica, pero en un formato “cara a cara” que se sustraiga a la estridencia de la polémica. O, en otras palabras, autonomía y cooperación.
Fuente El Litoral