El grupo Estelares acaba de editar su sexto disco de estudio, “El Costado Izquierdo”, en el que nuevamente Manuel Moretti y sus socios emergen de la expedición hacia la canción pop con un gran disco que incluye 13 notables melodías, con una lírica precisa de una banda que se va consolidándose como una de las mejores de la escena local.
Estelares es una evidencia incontrastable de que el rock argentino sigue produciendo grandes canciones y que no todo está perdido, mucho más si se toma el notable aporte letrístico del poeta de Junín, Manuel Moretti.
Mezclando a los poetas tangueros, a Leonardo Fabio, a los mejores letristas del rock local y su impronta, Moretti encabeza un grupo que también integran Sebastián Rubin y Manza Esaín, que no pierde el frenesí por componer las canciones más hermosas, honrando una tradición tanto argentina como estadounidense y británica.
La banda ha venido trabajando con amplia libertad, al punto de componer un disco repleto de hits y clásicos como “Sistema Nervioso Central” y sucederlo con el melancólico y desgarrado “Una temporada en el amor” -inspirado en el Favio cantante-, entregando canciones imperdibles, sin importar si el aparato o el sistema imperante van a difundirlas por los canales tradicionales.
De boca en boca o a través de Internet, las canciones de estos discos llegan a Córdoba, a la Cordillera de los Andes, a la Patagonia y al Norte, con el empuje y la vitalidad que la ciudad de La Plata parece darle a sus hijos artísticos, aunque Moretti sea adoptivo ya que nació en Junín.
En este disco los Estelares decidieron hacerse cargo de la producción del álbum y el manejo de las perillas corrió por cuenta del guitarrista Victor Bertamoni, ayudado por el experimentado Sebastián Perkal.
En el camino al estudio, su baterista Carlos Sánchez dejó el grupo, y Moretti consiguió que Fernando Samalea se hiciera cargo de los parches a lo largo de todo el álbum, con resultados más que satisfactorios.
Este es sin dudas un disco más pop, al punto tal que Bertamoni, el faro señero del área musical del grupo, le cedió gran parte del protagonismo al quinto integrante de la banda, el tecladista Eduardo Minervino, que tiene intervenciones destacadas a lo largo de todo el álbum.
El grupo convocó a un trompetista y a un saxofonista para que realizaran arreglos para embellecer algunas canciones, pero también consiguió que el notable Alejandro Terán realizara hermosos arreglos de cuerdas en algunas canciones.
Pero las dos participaciones de alto nivel son la de Enrique Bunbury en la hermosa “Aleluya” y Ale Sergi de Miranda cantando en “Internacional”, que sobre una base electrónica, se toma con mucha ironía la modernidad, lo que es ser “cool”, “in o out”. Otra participación es la del poeta platense Fernando Rickard, cantante del grupo Pájaros en la canción “Dos o más”.
A una primera escucha, uno puede detectar aquellas canciones que serán hits radiales y otras que van camino a ser los clásicos amados por los fans: en el primer grupo se ubica el single “Doce Chicharras”, la rumbita a lo Rodríguez, “El Ultimo Beso” y “Necesito”.
Entre aquellos himnos que iluminarán las noches de intimidad de Estelares y sus fans se encuadran “Aleluya”, “Rimbaud”, “Hasta que llegues, “Islas” y “Playa Unión”, entre otros, aunque en este disco es imposible encontrar puntos bajos.
“Aleluya” es un rockito con un arreglo de vientos que recuerdan a un mariachi en plena ranchera, en el que Moretti muestra que su pluma estaba tan inspirada como la pierna derecha de Riquelme o la zurda de Messi.
“Hoy, sobre el pinar se puede ver el final del cielo”, es la frase que abre la canción en la que Bunbury entona el exquisito estribillo redactado por Moretti que reza: «Yo me acostumbré a abandonar casi todo lo bello, siempre el temor sobre mí y sobre vos aquí. /Yo supe ser un vendaval de aves errantes, es que tu sabes más de mí, que yo de mí”.
“Rimbaud” es un homenaje al pasado de los Estelares y de aquellos que han cursado Bellas Artes y Filosofía y Letras en La Plata, ya que el líder del grupo recuerda a Arthur Rimbaud, a Jean Cocteau y a los pintores Antonio Berni, Paul Klee y el mendocino Carlos Alonso.
“Islas” es una de las gemas del disco, una hermosa balada a guitarra y piano que recurre a la geografía para retratar la distancia que existe en una pareja, en la que el hombre le pide a su chica: “no seamos islas, tendamos un puente, juguemos mi amor, hagamos una fiesta invitémoslos a Dios y al Sol”.
Esos minutos de melodía están acompañados y embellecidos por un exquisito arreglo de cuerdas de Alejandro Terán, que Bertamoni, como productor, dejó sonando cuando la banda deja de tocar, como una coda preciosa.
En “Necesito”, Moretti un admirador del pop romántico español, argentino e italiano de los 60 y 70 se saca un gusto y compone una canción que en materia sonora ronda la cursilería con esos arreglos de bronces a lo Palito Ortega, pero que brilla a partir de su letra.
Sin negar la influencia que Andrés Calamaro ha tenido sobre el grupo, Moretti convocó al Chino Scornik para armar la letra de “Solo por hoy (Chica Oriental)” en la que cuenta su amor una asiática, mientras que el piano de Minervino hace relucir frases como “conocí a una chica del Barrio Oriental, a la que supe pintar, la hice canción” y “ser tu flor sin raíz, soy tu jazmín del país”.
En “Hasta que llegues”, Estelares se mete en la historia del patito feo, con Bertamoni entregando un gran riff a la vez que Moretti va contando su amor por ese cisne al que casi al final le descubre que se le desarmó el viejo disfraz.
En “Casa por Casa” se rompe el invicto de Moretti, ya que la totalidad de la canción es autoría del bajista Pablo Silvera, que apura el ritmo para narrar otra forma de desamor y obtener frases imperdibles como “ella fue un color, nombre de una remera de selección, una colección de amor, de despedida, reflejo en el espejo del dolor”.
El disco se cierra con la acústica “Playa Unión” que tiene larga y más que interesante letra de Moretti, en la que Bertamoni se deja acompañar por otro gran trabajo de las cuerdas a cargo de Terán.
Fuente Agencia Télam