El sitio donde estaban los restos óseos no es de fácil acceso; por esa razón, los investigadores creen que se planificó arrojarlo en ese lugar. El fiscal Herrera ordenó los análisis forenses en el cráneo, la cadera y una pierna que encontraron el miércoles en una finca. Lugareños aseguran que en ese cañaveral donde hallaron los restos de una mujer es común que, de noche, entren las parejas. Parece ser un lugar ideal para ocultar un cadáver. A simple vista es más fácil hallar una aguja en un pajar, que poder encontrar un cuerpo sin vida en medio del cañaveral, ubicado en el corazón de Leales, en el este tucumano.
Los investigadores afirman que quien se deshizo de los restos humanos, encontrados el miércoles a la noche, no debe haber actuado bajo los impulsos del azar. Por el contrario, es probable que haya planificado con cautela dónde arrojarlo exactamente y en qué momento hacerlo.
Tampoco es casual que hayan pasado varios meses hasta que un grupo de jóvenes encontrara restos óseos, mientras se aprestaban a cortar cañas antes del anochecer. Llegar a ese lugar no es sencillo y mucho menos para alguien que no reside en la zona. Para eso, es necesario recorrer unos 300 metros hacia el sur desde el arco que indica la entrada a la Villa de Leales, sobre la ruta provincial 306. Luego se debe girar a la derecha y transitar por una calle de tierra, en dirección al barrio Los Caros, donde sólo se levantan unas pocas viviendas en medio del barro y cerca de los cañaverales.
Tal como lo adelantó LA GACETA, la policía encontró restos óseos de un cráneo y otras partes de un cuerpo en estado de descomposición. Se sospecha que podrían ser las extremidades. Además, en el lugar, había prendas de mujer.
Los investigadores habían advertido que el cadáver debió haber sido arrojado en la zona desde febrero en adelante, porque antes de esa fecha la caña de azúcar está muy baja y podría haber quedado al descubierto.
Ayer los vecinos confirmaron esa hipótesis. Incluso es visible que para esta época del año, la altura de los cañaverales supera el metro y medio. Hay que entrar por un camino vecinal y luego avanzar unos 200 metros por un sendero donde resuena el crujido de las cañas secas, que también sirven de guarida para las alimañas.
El hallazgo
En la Villa de Leales, no hay una sola persona que ignore la noticia del hallazgo y mucho menos que no lo haya comentado con otros vecinos. “El miércoles a la noche, unos chicos encontraron una cabeza de mujer, dos costillas y una remera negra”, contó a La Gaceta Natalia Caro, la mujer que más cerca vive del sitio donde estaban los restos.
“Al otro día, vinieron la Policía Científica, Criminalística y un fiscal, quienes recorrieron el lugar y encontraron la cadera y parte de una pierna”, agregó Caro, que parece no haberse perdido un sólo detalle del caso.
Desde que se conoció la noticia del hallazgo, la mayoría de los vecinos habla del caso que tiene en vilo a la familia Chiaro. Muchos no conocen la finca de Ángel Brito, pero sí saben del macabro hallazgo.
La mujer aseguró que en ningún momento sintió mal olor y opinó que es probable que los animales hayan terminado de desarmar el cuerpo que todavía mantenía el cabello enrulado y de color castaño. “Todos nos preguntan si vimos algún movimiento raro, pero acá es normal que entren y salgan los autos de noche. Como en la zona no hay hoteles, es habitual que las parejitas vengan y se metan entre las cañas”, dijo.
Hasta ahora todo indica que los restos hallados pertenecen a Marcela Chiaro, la mujer de 38 años, que vivía con su pareja,Luis Corral, el veterinario que fue señalado como el autor del crimen.
El fiscal Guillermo Herrera maneja la hipótesis de que Corral actuó en complicidad con una amante de nombre Paola Castro. Ambos continúan detenidos en carácter de imputados en el hecho.
Tanto en la casa en la que convivían Corral y Marcela Chiaro como dentro de la camioneta que usaba el veterinario y en el departamento de la amante se hallaron restos de sangre que coinciden con el ADN de Marcela. A partir del hallazgo de los restos óseos, los investigadores sospechan que Corral, por su oficio de veterinario, descuartizó a su mujer.
Fuente El Colono del Oeste