La carga impositiva llega casi al 45% y de ella, el 87% va para el Estado nacional. Al productor sólo le queda el 5%, es decir 69 dólares como ingreso final por hectárea del valor de la oleaginosa. Los insumos tuvieron fuertes subas en dólares por inflación.
Con motivo de las protestas de los ruralistas respecto del progresivo estrechamiento de la rentabilidad de la actividad agrícola y con el objeto de precisar en números el fondo del debate que confronta a los productores con el gobierno nacional en primer término, pero también con administraciones provinciales y comunales, la Bolsa de Comercio de Santa Fe elaboró -a través de su Centro de Estudios y Servicios- un minucioso informe sobre el modo en que se reparten los costos, impuestos y beneficios correspondientes a la producción de una hectárea de soja calculada para el centro norte de la provincia de Santa Fe. La estimación partió del rendimiento promedio de 22 quintales de soja de primera en la zona de referencia durante la última campaña. Y la cifra final a la que se arriba deja a la luz el núcleo del conflicto.
El informe expresa que “la presión fiscal para el productor con campo propio sin amortización de la tierra, alcanzó el 44,52 por ciento del producido por hectárea de soja obtenida”. Y agrega que “de las retenciones del 35%, el productor debe hacer frente a otros siete impuestos o contribuciones fiscales: tres de carácter nacional; otros tres de origen provincial y uno comunal. Respecto de la presión fiscal, la Nación se queda con el 87% de la carga tributaria; la provincia con el 12 % y el distrito comunal con el 1%”. (Ver cuadro).
El trabajo realizado por la BCSF recuerda que como consecuencia de la intensa sequía del verano pasado, la soja de primera en la región antes descripta tuvo un rendimiento promedio de 22 quintales por hectárea, según datos informados por su Sistema de Estimaciones Agrícolas.
“El productor -prosigue el informe- recibe por su cosecha el precio de la oleaginosa fijado en Chicago, del que se debe detraer, directamente, el 35% por retenciones, con el agregado de gastos de exportación. El resultado se convierte en pesos al valor del dólar oficial en la Argentina, actualmente en el orden de 4,56 pesos por dólar.
Además, deben restarse los costos directos de producción (semillas, labranza, agroquímicos, fertilizantes y cosecha) los gastos de estructura (administración, movilidad, conservación y mejoras) y los gastos de comercialización (flete corto y largo, comisión, paritaria, secada y zarandeo). Estos tres ítems han registrado alzas por inflación en dólares.
“A partir de allí, el productor debe hacer frente a los otros impuestos. Los nacionales: Impuestos a las Ganancias, a los Débitos y Créditos, a los Bienes Personales o Tenencia Accionaria. Los provinciales: Ingresos Brutos, Inmobiliario, Sellos y Derechos de Registro. En el ámbito comunal, a la tasa vial o por hectárea.
En consecuencia, si se toma como base de análisis una hectárea de soja en el centro-norte de la provincia de Santa Fe, por la que se obtuvieron -en promedio, para esta campaña- 22 quintales de la oleaginosa, se llega a un ingreso bruto para el productor de 1.394,80 dólares por hectárea producida. Esa es la cifra total que corresponde al precio FOB, según la circular 438 del 9 de agosto de 2012 del Ministerio de Agricultura de la Nación (Minagri).
Pero de ese valor, sólo el 5% (69 dólares o 314,50 pesos) queda como ingreso final al productor, ya que hay que deducir los gastos de producción, que insumieron el 22% (310 dólares); los gastos de estructura, que representaron el 10% (143 dólares); los de exportación, que alcanzaron al 3% (38,28 dólares); y los de comercialización, que ascendieron al 15% (214 dólares). Por lo tanto, la carga tributaria fue la que se llevó la mayor tajada: el 45 % (621 dólares) de la soja producida.
Fuente El Litoral – redaccion@ellitoral.com