«Seguramente Marcela quisiera que en sus corazones reine el amor y no el odio. Amor por la vida, por su niña que tendrán que criar y educar en la fe.
Cuando ella vino un día a pedirme el bautismo para «Lu», supe del valor que tenía para ella el bautismo y la vida en el amor y la fe.
Nada nos devolverá a Marcela, aunque lleguen la justicia humana y la divina, pero la fe en el amor que cura y sana se debe conservar porque el amor por la vida es lo que necesita esa princesa que les dejó Marcela, para que la cuiden y le enseñen a vivir» dijo el Pastor Evangélico Jorge Buschiazo ante los ojos cargados de lágrimas de los padres , Delia y Renato y las hermanas Rosana y Jaquelina Chiaro.
Familiares, profesionales, amigos, compañeros de trabajo, la comunidad los acompañó en un calvario que se les vino encima, en febrero de este año, y que comenzó un día después del cumpleaños de Delia.
Marcela Chiaro cinco años antes se unió a Luis Corral, ella ingeniera agrónoma y él médico veterinario y pusieron en Tucumán una veterinaria donde trabajaba duro Marcela.
Corral dijo en febrero que Marcela Chiaro hizo abandono de hogar. Raro, dijo la familia, sin su hija de 2 años -el 4 de febrero cumple 3- y viajaron las hermanas Chiaro a Tucumán.
La investigación demostró que la habían asesinado y meses después encontraron parte de su cadáver seccionado, en un cañaveral.
Por el horrendo crimen están detenidos Corral y Paola Castro, una salteña con quien tuvo un hijo que tiene meses.
Los familiares están preocupados porque ambos al parecer ya visitaron varias veces Bolivia. Y temen que si pasan dos años en la cárcel, sin juicio, la ley indica que deben ser puestos en libertad, y por lo tanto fuguen hacia ese país.
Para peor, Castro ya cambió tres veces de abogado defensor. Y todo se demora.
El Fiscal estaría pensando que con las pruebas colectadas ya está la investigación terminada.
Ambos llevan ocho meses presos, por lo que el juicio debiera ser este año. Porque con una sentencia de cadena perpetua en puertas, si es que los detenidos son juzgados culpables, nadie cree que Corral y Castro vayan a quedarse en el país. Y eso angustia a los Chiaro.
«Ya pasó una pelea, ahora queda la peor» nos confiesa esa incansable y admirable Rosana Chiaro.
«En Tucumán cuando se enteraron que nos iban a entregar el cuerpo, organizaron una marcha, luego un pastor celebró una ceremonia religiosa, todos la querían, y eso es un poco de consuelo para todos nosotros» nos cuenta mientras «Lu» juega en la capilla en las faldas amorosas de sus tías y tíos y sentada en sus faldas, tan chiquita e inocente.
«¿Por qué le hicieron esto a mi hija, por qué?» pregunta la madre llena de dolor y bañada en lágrimas frente al féretro.
Sólo el silencio habla. No hay respuesta para semejante dolor de una madre.
Fuente El Colono del Oeste