«Las cooperativas, con la fuerza de las ideas y la creatividad, transforman realidades«, lo dijo la Ministra de Desarrollo Social de la Nación, Alicia Kirchner al referirse al rol estratégico de las cooperativas agrícolas en la producción de alimentos y en el desarrollo territorial.
“Vivir un poco mejor, eso es a lo que aspiramos todos”. Juan Palma, de 66 años y oriundo de Neuquén, sintetizó así un deseo compartido. Está radicado en China Muerta, un paraje sin acceso al gas ni al transporte, donde se dedica a la cría de pollos. Fue uno de los fundadores de la primera cooperativa que hubo en el lugar y hoy preside la de Productores Avícolas de esa localidad. Esta entidad nació a fines de 2010, luego de un proyecto colectivo, que gestionó y consiguió fondos para construir una sala de faena de pollos.
En la zona hay cerca de cincuenta productores avícolas, con una demanda sostenida, pero sin un establecimiento propio donde faenar y elaborar productos derivados, con la sanidad adecuada y según protocolos de calidad. Esto les impedía comercializar formalmente y reducía el ritmo de la actividad y las posibilidades de mejorar su situación económica. Palma “producía 500 pollos, después 400 y ahora 50 por semana”.
Esta realidad los llevó a organizarse. “Nos juntamos los productores y, después de un tiempo, empezamos a funcionar como comisión pro-matadero”, relató. Consiguieron un fondo de la Nación que les permitió construir la mitad de las instalaciones y avanzar en el equipamiento, para empezar a materializar el sueño de contar con un espacio adecuado.
“Aquí se construirá el nuevo matadero de los productores para los productores”, dice un cartel frente a la futura sala de faena de pollos de China Muerta, una comunidad que eligió, por encima de los intereses individuales, mejorar su calidad de vida en forma asociada y comunitaria.
Este proceso se desarrolló como un trabajo colectivo con distintas instituciones. “El primer contacto con los técnicos, se dio con el INTA en una capacitación de frutillas”, recordó. En esa oportunidad plantearon a César Gutiérrez, de la unidad del instituto en Neuquén, la necesidad de un matadero. Luego se sumaron el INTI y otros técnicos y empezaron a trabajar juntos. “Sin el apoyo de ellos no podríamos haber hecho lo que hicimos”, aseguró el productor.
En el VII Congreso de la Economía Solidaria y Asociativismo Pyme, que se realizó en noviembre en el predio de Tecnópolis, la ministra de Desarrollo Social, Alicia Kirchner, aseguró que “las cooperativas, con la fuerza de las ideas y la creatividad transforman realidades”.
En esa línea, Palma explicó: “Queremos, con estas organizaciones, que todos vayan progresando, no solamente las cooperativas”. Y en China Muerta el trabajo y el aporte conjunto ya muestra un escenario distinto: “Años atrás, acá no había nada y ahora la gente está produciendo huevos, frutillas, cerezas, lechones, pollos, hortalizas, miel, vino”.
El papel de las cooperativas en el desarrollo rural
La experiencia de este grupo de productores agrícolas es una muestra de la manera en la que estas organizaciones aportan al desarrollo de las naciones. “Las cooperativas, como una forma de asociación productiva democrática, con reglas claras y con inclusión social, juegan un papel muy relevante, no sólo en la producción de alimentos sino en el desarrollo rural”, sostuvo Alejandro Flores Navas –representante regional de la Organización de las Naciones Unidas para la alimentación y la agricultura (FAO, por su sigla en inglés)–.
Esa entidad reveló que una de cada siete personas en el mundo sufre hambre y desnutrición y que las cooperativas agrícolas representan una forma efectiva de combatir esa situación. Estas asociaciones, además, aseguran un ingreso económico a sus miembros y refuerzan la cohesión social de las comunidades, que suman esfuerzos en beneficio de un objetivo común.
A escala global, las cooperativas generan más de 100 millones de empleos–un 20 por ciento más que las empresas multinacionales– y sus beneficiarios llegan a las mil millones de personas.
Según Alejandro Saavedra, del INTA Justiniano Posse–Córdoba–, a diferencia de otras figuras empresariales, la cooperativa no acopia los beneficios sino que los traslada al productor.
Datos del Instituto Nacional de Asociativismo y Economía Social, señalan que en nuestro país existen cerca de 1.200 cooperativas de producción agropecuarias con más de 120.000 productores, con una participación determinante en el desarrollo económico y social y una contribución fundamental para la erradicación de la pobreza.
De la producción primaria al agregado de valor en origen
“Hoy existe una gran transformación de la producción agropecuaria que necesita ser capitalizada por el productor mediante el sistema cooperativo con el agregado de valor”, dijo Cristiano Casini, coordinador del área estratégica Agroindustria del INTA. En este sentido, “las cooperativas ligadas al sector agropecuario jugarán un rol preponderante en el cambio tecnológico dela Argentina”, proyectó.
Estas organizaciones “tradicionalmente cumplieron un papel destacado en la producción primaria en beneficio del productor”, señaló el profesional y ahora, además, “están evolucionando hacia la transformación del producto primario para acercarlo a la góndola”.
Adicionalmente, se generan numerosos beneficios, de los cuales el principal es el desarrollo territorial integral en origen, por el cual se mejora la demanda de mano de obra, la educación, la infraestructura de las localidades del interior del país y la calidad de vida de los habitantes.
Mediante la orientación en diversas alternativas de producción en todas las cadenas, el INTA incentiva a las cooperativas para que ingresen en el sistema del agregado de valor en origen.
Cada vez hay más asociaciones que agregan valor a sus producciones, señaló Casini. “Todos estos desafíos de industrialización que adopte el sistema cooperativo, van a ser importantes para fortalecer al productor –principalmente al familiar, al pequeño y al mediano–a partir de la mejora de la eficiencia y la rentabilidad de su negocio, lo que ocasiona que las ganancias se queden en la región”, aseguró. Esto evita la migración de los jóvenes a las ciudades y fortalece el desarrollo territorial, en un marco de sustentabilidad ambiental y equidad social.
Fuente INTA Informa