En su primera homilía como papa en una celebración de Vigilia Pascual, Francisco pidió «no encerrarse» en uno mismo, y sostuvo que no se debe «perder la confianza».
En línea con sus anteriores discursos, las palabras del Papa tuvieron un tono marcadamente evangelizador, en el que insistió en destacar el rol de la mujer en el plan divino y remarcó que muchas veces los hombres «tienen miedo a las sorpresas de Dios».
«Este es un mensaje para mi, para ti, querida hermana, querido hermano. Cuantas veces tenemos la necesidad de que el amor nos diga: ¿Por qué buscáis entre los muertos al que está vivo? Los problemas, las preocupaciones de la vida cotidiana tienden a que nos encerremos en nosotros mismos, en la tristeza, en la amargura… y es ahí donde está la muerte. No busquemos ahí a aquel que vive», dijo el Pontífice.
Mientras la inmensa basílica de San Pedro se encontraba colmada de fieles, en la plaza miles de personas siguieron la misa a través de tres pantallas gigantes, desafiando la tenue pero persistente lluvia que cayó sobre Roma y envueltos en el sonido del carillón vaticano.
La celebración dio inicio puntualmente a las 20.30 hora de Roma (16.30 de Argentina) con la bendición del fuego que representa la Luz de Cristo y una procesión solemne en silencio y con la basílica en oscuridad absoluta, solo quebrada por cientos de flashes de cámaras fotográficas.
La misa de Vigilia Pascual es una de las mayores cargas simbólicas de la Semana Santa y del año litúrgico, y en ella Francisco bautizó a cuatro jóvenes de nacionalidad albanesa, italiana, estadounidense y rusa.
Por otra parte, en la liturgia de la Palabra se proclamaron fragmentos del Antiguo y del Nuevo Testamento: así se pudieron escuchar las palabras del Génesis, del libro del Éxodo y del libro del profeta Ezequiel, un fragmento de la carta de San Pablo a los Romanos y el Evangelio según San Lucas que relata el descubrimiento del sepulcro vacío por parte de las mujeres y el encuentro con Jesús Resucitado.
Las mujeres, según el Evangelio, fueron las primeras en recibir el anuncio de la resurrección, y al reflexionar sobre ese punto, Francisco dijo que uno «puede imaginar sus sentimientos cuando van a la tumba: la pena porque Jesús les había dejado», pero al encontrar el sepulcro vació se les «trastorna la vida».
«Ya nada es como antes, no sólo en la vida de aquellas mujeres, sino también en nuestra vida y en la historia de la humanidad. Jesús no ha muerto, ha resucitado, es el viviente», destacó Francisco.
En otro tramo añadió: “A menudo la novedad nos da miedo, la novedad que Dios nos trae, la novedad que Dios nos pide”.
Si bien algunas de las lecturas de la biblia se realizaron en idiomas como el francés, el italiano y el castellano, la parte ritual de la celebración se realizó en latín.
Asimismo, y tal como destacó el portavoz del Vaticano en una conferencia de presa, la misa duró 2 horas y 32 minutos, casi media hora menos de lo acostumbra para esta celebración.
La reducción se debió a la simplificación litúrgica, que implicó que en esta ocasión se hiciera todo el rito en latín, sin repetirlo en otros idiomas.
Luego de dar la bendición, Francisco se retiró nuevamente iluminado por miles de flashes, mientras los fieles lo aplaudían.
Mañana, se llevará a cabo la misa del domingo de Pascuas, que comenzará a las 10.15 (5.15 hora de Argentina), que también tendrá algunas simplificaciones respecto a la liturgia habitual para la fecha.
Por último, al mediodía, el Papa dará su bendición Urbe et Orbi (a la ciudad y al mundo), en el que deseará felices pascuas en diversos idiomas.
Fuente Agencia Télam