Los expertos del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) destacaron que para potenciar los rindes en la producción de maíz la clave está en conocer los períodos críticos, los procesos, los riesgos y la época más vulnerable para el cultivo.
En un panorama mundial que demanda más alimento, las primeras disertaciones de Maizar 2013 se centraron en el futuro tecnológico del maíz. “De acá al 2050, seremos 2 mil millones de personas más. El desafío que tenemos por delante es producir más conservando y preservando el ambiente”, expresó Alfredo Cirilo, investigador del INTA Pergamino –Buenos Aires– y disertante del congreso.
En el Congreso Maizar 2013 ‘Alianzas para un mundo con maíz’, especialistas de la Argentina, Brasil y los Estados Unidos expusieron estrategias para el desarrollo de las cadenas de valor del maíz, visiones de las problemáticas del mercado y perspectivas a futuro de este grano.
“El maíz enfrenta un aumento de demanda mundial que hay que atender”, apuntó el especialista quién dio una charla titulada ‘El cultivo del maíz y su respuesta al ambiente: mejorando el rinde, manejando el riesgo’. El objetivo de la charla fue “poner el foco en adaptar la ecofisiología, que es el estudio de los cultivos en interacción con el ambiente, al manejo del maíz para minimizar el efecto del estrés y mejorar los rindes”, expresó Cirilo, en diálogo con INTAinforma.
De acuerdo con el especialista, el maíz puede llegar a su máximo rendimiento según las condiciones del entorno, las restricciones del ambiente, las buenas prácticas, el uso de los recursos. Se trata de achicar la brecha entre lo el rendimiento real y el potencial. “Los impactos en el rinde variarán de acuerdo al estrés y hay que trabajar en consecuencia para mitigar su impacto porque en este cultivo hay etapas muy sensibles que pueden ser críticas”, explicó Cirilo.
“Es importante conocer los procesos del cultivo porque esta condición le ayudará notablemente al productor para determinar el rendimiento final del maíz”, señaló el especialista del INTA.
Cirilo hizo hincapié en conocer los climas de cada ambiente, cuáles son los riesgos que tienen y cuál es la época más vulnerable del cultivo. “La idea es que se pueda predecir el momento del estrés, para escapar de la etapa más sensible”, dijo.
En un escenario donde el maíz no sólo va a producir alimento, sino que tiene como destino la industria del biocombustible, por ejemplo, se aumenta la presión sobre los sistemas agrícolas. Para Cirilo, existen dos caminos para atender esa mayor demanda: aumentar la superficie destinada al cultivo o multiplicar el rendimiento en la superficie ya implantada. “Esto no significa que las dos opciones sean excluyentes”, agregó.
Fecha óptima versus siembra tardía
El otro camino que planteó el técnico del INTA es mejorar el rendimiento unitario: reducir la brecha entre lo que se obtiene y lo que se podría lograr.
“En este caso, la ecofosiología puede brindar herramientas para hacer un mejor uso de los recursos e insumos tratando de evitar los riesgos ambientales y hacer un mejor aprovechamiento de lo que está disponible”, concluyó Cirilo.