En la última década, la producción de esta leguminosa se duplicó y la exportación aumentó casi 10 veces. Para esta campaña se prevé una cosecha de entre 200 y 250 mil toneladas, un 67% más que la del año pasado.
Con exportaciones por 127 mil toneladas en 2012, casi 10 veces más que hace nueve años con el doble de producción, la Argentina logró posicionarse mundialmente como proveedor de arveja. Por tratarse de una alternativa a los cereales de invierno, con un menor consumo de agua que el trigo y alta fijación de Nitrógeno, esta legumbre posee grandes expectativas de desarrollo.
Para Gabriel Prieto–especialista del INTA Arroyo Seco, Santa Fe– el crecimiento del cultivo de la arveja en el país es “significativo” si se tiene en cuenta que, en la última década, se duplicó su producción: pasó de 80 mil toneladas en 2003 a 150 mil en 2012). De acuerdo con las estimaciones del INTA, se espera para esta campaña una producción de entre 200 y 250 mil toneladas, un 67% más que la del año pasado.
“Antes de este auge, –explicó Prieto– la arveja era un cultivo informal con un mercado marginal, mientras hoy en día competimos a escala mundial y somos reconocidos como proveedores de esta leguminosa invernal”. Y agregó: “La realidad indica que la demanda es creciente y las oportunidades de la Argentina son únicas para empezar a ocupar un lugar destacado en el comercio mundial de estas especies”.
La causa del apogeo está en sus numerosas ventajas. La arveja consume entre 250 y 300 milímetros de agua útil, con una eficiencia de uso de alrededor de 10 a 12 kilos de grano por milímetro de agua. Por lo que deja en el perfil del suelo un remanente estratégico para los cultivos de verano posteriores.
“Esto sucede porque libera el lote entre 15 y 20 días antes que el trigo y, además, en los suelos típicos del sudoeste bonaerense que se caracterizan por ser de colores oscuros y elevado contenidos de materia orgánica y de nutrientes –conocidos como argiudoles típicos y vérticos–, el sistema radical de arveja no explora más allá de los 90 a 100 centímetros de profundidad”, explicó Prieto.
Entre las ventajas, también se destaca su alta capacidad de fijación biológica de Nitrógeno del 50% con aportes de hasta 185 kilos por hectárea. “Esto, la convierte en una opción viable como antecesor de cultivos de segunda”, aseguró Prieto quien agregó: “Es un fertilizante natural con resultados muy auspiciosos”.
En esta línea, Walter Berdini –productor de arvejas de San Nicolás, Buenos Aires– ponderó las ventajas de este cultivo: “Esta leguminosa deja un rastrojo más limpio, consume menos agua, aporta Nitrógeno al suelo y, además, tiene un mejor precio que el trigo o cebada”.
Asimismo, consideró a esta alternativa productiva como “ventajosa” para el maíz de segunda y para la secuencia de cultivo soja-trigo soja-arveja. “Necesitaba ocupar el campo en invierno y que, además, me permitiera llegar a tiempo con los cultivos de verano. En la arveja encontré una opción viable”, expresó.
Tan pequeña como auspiciosa
La arveja (Pisumsativum) es una leguminosa invernal con más de 56 variedades comerciales inscriptas en el INASE. Todas ellas con características diferenciales que van desde verdes y amarillas, lisas y rugosas, foliosas y semiáfilas o zarcillosas. Las más representativas en nuestro país, por la superficie sembrada, son Facón –de grano verde liso, foliosa– y Viper –de grano verde liso, semiáfila–.
Por una cuestión cultural, en el país sólo se produce y exporta arveja verde, de cultivares sembrados con tamaño de semilla mediano a chico con destino a Brasil, España, India y Turquía. “Para afianzar nuestro protagonismo en el mundo, será necesario ofrecer más variedades, principalmente las más demandadas, como lo son las de cotiledones amarillos”, explicó Prieto.
Su cultivo se realiza principalmente en el Sur de Santa Fe y Norte y sudeste de Buenos Aires con un rendimiento de hasta 4.000 kilos por hectárea y, en condiciones normales de desarrollo y crecimiento, la planta –en la etapa de floración– puede alcanzar los 70 centímetros de alto.
Esta oleguminosa se cosecha en forma directa, sin necesidad del corte e hilerado, con una humedad del 14%. En algunas situaciones de enmalezamiento, o bien por problemas de uniformidad en la madurez, se recurre al desecado del cultivo mediante el uso de un herbicida cuaternario.
En el caso de cultivares de porte rastrero y foliosos como Cobri o Facón, a veces es necesario cosechar en un solo sentido de siembra, “a contrapelo” para disminuir las pérdidas.
Se trata de una leguminosa muy sensible a las bajas temperaturas en la etapa de germinación. Pero, una vez emergida, su tolerancia a la amplitud térmica aumenta y reaparece en la floración, cuando fija el número de granos.
Fuente INTA Informa