Después de seis meses sin tocar en Buenos Aires, Babasónicos volvió a hacer vibrar al público porteño con un show de entradas agotadas en el Luna Park, donde además de tocar todos los temas de su último disco, hicieron un repaso de su carrera con canciones de nueve de sus 11 discos «oficiales».
No dejar ningún detalle escenográfico librado al azar es una de las marcas registradas de los shows en vivo que la banda nacida en Lanús ha dado a lo largo de toda su carrera.
Por eso, a primera vista, llamó la atención que una vez levantado el telón blanco que cubría el escenario del Luna Park, lo único que se viera al fondo del tablado era la platea (sin público, obviamente) que da a la calle Lavalle.
Si bien en ese lugar se había colocado parte de los juegos de luces que vestían el show (a esta altura, otro clásico de los espectáculos del grupo), los tres sectores de asientos rojos desocupados, separados por dos pasillos de por medio, daban una sensación rara de vacío que la iluminación de diferentes colores no alcanzaba a llenar.
El comienzo encendido con «Burócratas del Amor», el clásico «Fizz», la movediza «Uso» y el tropicalismo meloso de «Negrita», fueron una buena introdución para que, con «Microdancing», se respondiera al interogante del por qué de la elección de ese fondo «natural» dentro del estadio: la platea vacía también era parte del escenario.
Con los hermanos Adrián Dárgelos y Diego Uma cantando desde las butacas envueltas en juegos de luces, la banda ofreció una versión del sexto track de «Mucho» con el plus de Carca ocupando el lugar de segunda guitarra.
De vuelta los seis integrantes de Babasónicos arriba del escenario, la lista de temas siguió con «Desfachatados», «Paisano» (estos dos en formato de «enganchados») y otro de los temas «que-no-pueden-faltar», al decir de las fans que descubrieron a la banda ya en su etapa de convocatorias multitudinarias: «El Ídolo».
Dos canciones del último disco, «Uno tres dos» y «Humo», fueron el preludio perfecto para volver a los 90 con una versión histórica de «El médium»; respasar otra vez «Mucho» con «Cuello rojo», y regresar al presente musical de la banda con «Aduana de palabras», el tema que lleva consigno la consigna «somos panteras».
Nuevamente con Dárgelos en la platea ubicada al fondo del escenario llegó el momento del set acústico junto a Mariano Roger, con las intrepretaciones a dúo de las dos baladas que también forman parte de «Romantisísmico»: «Casi» y «Celofán».
«Carismático» y «Yegua» le dieron al espectáculo uno de los tramos más festejados de la noche, antes del «Barranca abajo», y un nuevo guiño para los fans de la primera hora, con una interpretación increíble de «Perfume Casino».
La mezcla de climas, otra de las marcas registradas de los shows babasónicos, trajeron la electrónica de «Postizo» -tema incluido como «extra» en «A Propósito»-, el heavy metal noventoso del «Sátiro» y las «Seis vírgenes descalzas»; y una de los mejores canciones menos conocidas por el gran público: «Como eran las cosas».
«El baile de Odín», «Saturno» y el hit «La lanza» fueron preparando el final, que llegó al ritmo de «Flora y Fauno», «Run Run» (el hit que todavía no fue); y el oportuno «Y Qué?», entremezclado con una rareza de «Egocripta» que en el futuro cercano seguramente será carne de descargas ilegales para coleccionistas.
Para los bises, las versiones de «Tormento» y «El colmo» hicieron todo lo posible para dejar con ganas de bailar y escuchar más al público, aún después de moverse durante las dos horas de show.
Fuente Agencia Télam