El cantante y percusionista uruguayo Rubén Rada festejó el sábado a la noche, con un recital a todo candombe, sus 30 años de unión con Argentina en el teatro Opera, donde regaló un amplio repertorio que contempló un recorrido por todos los discos editados en el país.
Minutos pasadas las 21.30, y con la puntualidad como principal manía, el «Negro» Rada apareció sobre el escenario con coloridos atuendos, una sentida alegría y acompañado por diez músicos que hicieron de la noche una verdadera fiesta.
Con su hijo, Matías Rada (actual Illya Kuryaki and the Valderramas) y Federico Navarro en guitarras, Nelson Cedrez en batería, Gerardo Alonso en bajo, Andrés Arnicho en teclados, Fernando «Lobo» Núñez en tambor piano, José Luis Martínez en tambor chico, Noé Núñez en tambor repique y su hija, Lucila Rada y Laura González en coros, Rada inauguró la velada con «Ayer te vi» y algunos fragmentos de «El día que me quieras» de Carlos Gardel.
Si hay otra cualidad del percusionista que deba ser destacada es sin dudas su humor, y con él supo conquistar a un público que -de todas formas- se había rendido ante uno de los mayores exponentes de candombe en Latinoamérica, en el preciso instante en que su figura se hizo palpable.
Los aplausos estuvieron presentes sin cansancio a lo largo del recital. Los coros y los juegos con la multitud generaron que no sólo el «Negro» festeje sus 30 años de amor con Argentina, sino también que lo disfrute y lo festeje el público.
«Quién va a cantar» (del disco homónimo lanzado en 2008), fue el segundo tema de la noche, y Rada ya tenía el estribillo garantizado por sus seguidores.
Remontándose en el tiempo y excusándose con el humor de un «si me equivoco hagan de cuenta que no pasó naranja» interpretó «Candombe para Bob Marley», una canción para el recuerdo que formó parte de su álbum «Rubén Rada 87».
Continuando con la línea de los clásicos, recordó a Carlos Aguirre -uno de los creadores de La Banda, primera formación en 1980 del percusionista en Argentina- y trajo al presente el tema «The music is my love», seguido de la anoche funky «Flecha verde» y la divertida «Me pá».
Tras narrar la cómica historia de su ruptura amorosa con una novia francesa, Rada entonó «Adiós a la rama» y, con un juego de luces y momentos de completa oscuridad, se encargó de que aquellas personas que aún no se habían movido, perdieran la vergüenza.
El recital elevó la temperatura con un bloque bien movido que incluyó canciones como «Rock de la calle», el clásico siempre coreado «Malísimo», el bello y alegre «Candombe pa`l Fatto» y «Candombe para Gardel», que en esta ocasión estuvo interpretada solamente por los tres tambores, recreando una excelente versión que obtuvo gran reconocimiento entre el público.
Como no podía faltar, los Hot Blowers también estuvieron -de alguna manera- presentes y el «Negro» transportándose a la piel de su antiguo alter ego Ritchie Silver cantó «Flowers in the night», otro de sus clásicos que junto a la voz de «arriba todo el mundo» nadie quedó sin bailar.
Entre sus éxitos también se contaron «Dedos» (perteneciente al álbum «Tótem» lanzado en 1971); «Blumana», canción que rompió las barreras y generó que el público se acercase al escenario a mover su cuerpo; la aclamada «Terapia de murria» y, claramente, «La escuela del Cha Cha Cha».
Entre reiterados «Vamos Negro» y «Negro te amo», y un muy especial «gracias Negro, gracias por tu música», agradecimiento que fue aplaudido y silbado por todos los presentes, el percusionista se perfiló para concluir una gran noche de «una que sepamos todos» con las reconocidas «Cha cha muchacha» y «Muriendo de plena».
Pero todavía quedaba más. El percusionista uruguayo de 70 años se fue del escenario y, como todos esperaban ansiosamente, volvió rodeado por su batallón de músicos para interpretar sus últimas dos canciones, «Don´t stop el candombe» y «No me queda más tiempo», tema que bajó el telón del teatro.
Una cuestión curiosa de la noche estuvo dada por el público, gran protagonista de estos 30 años de relación de Rada con Argentina. Si bien promediaba entre los 30 y 40 años, también contaba con numerosos niños y personas mayores para quienes la edad no influyó en absoluto, al momento de divertirse, bailar y gritar como adolescentes, durante dos horas y media.
Fuente Agencia Télam