El trío rockero confirmó en el Teatro Opera que es una de las bandas jóvenes con futuro más prometedor, que mejor suena y con las ideas más claras, al vestir y desvestir sus canciones con un notable buen gusto, para la grabación de un DVD.
Lula Bertoldi en voz y guitarra, Brenda Martín en bajo y coros, y Gabriel Pedernera en batería son grandes instrumentistas, pero además ratifican que la amalgama de sus talentos y el claro objetivo de abordar la canción siempre desde un lugar diferente, convierte a su trío en una banda poderosa y notable.
Eruca Sativa es mucho más que un power trío y lo confirmaron ayer con la invitación a Nicolás Sorín para que se hiciera cargo de los teclados, y para que dirigiera también un sexteto de cuerdas y un trío de bronces, que ampliaron aun más la paleta de colores, que para esta ocasión la banda quiso que fuera muy variada.
Párrafo aparte para Nicolás Sorín, uno de los secretos mejor guardados del Under, un notable arreglador de grupos de cuerdas –solicitado por muchos-, pero además su banda Octafonic es oro en polvo.
El show se inició con la simpleza y humildad que caracteriza a la banda, con un set acústico, los tres sentados al frente, en sillas de bar, para arrancar un concierto como la historia del grupo marca: los integrantes -una de Zárate, otra de Sunchales y el tercero de Córdoba- juntitos, sin más ayuda que un par de guitarras.
Con Perdernera y Martin tocando sendas acústicas, Bertoldi tomó un tres cubano para cambiarle los aires folclóricos a la hermosa “Mi canción”, que el teatro escuchó en un silencio respetuoso, mientras que en “Para nadie” del disco “Es”, la gente comenzó a corear cada estrofa.
En ese marco siguieron “Una vida” y “Tanto tiempo”, hasta que el trío se metió tras los telones y ocupó el pleno del escenario ya con la batería, el bajo eléctrico y Bertoldi a cargo de acústicas.
Para encarar estos shows, Eruca cuenta con la capacidad de producción de Gabriel Pedernera, muy buscado hoy por las bandas nuevas para que haga la ingeniería de sonido de sus primeras canciones.
Sumado al talento de Bertoldi y Martín, el trío decidió abarcar las canciones desde otro lugar, desde otro punto en el espacio, además de cambiarle los vestidos, una y otra vez, buscando emocionar y conmocionar, porque esa es la finalidad de la melodía.
El grupo dejó la fuerza y el poder rugiente que los caracteriza, Lula aplacó su voz, sus guitarras sonaron más calmas y le cedió al bajo de Martín, el protagonismo, para que marcara los riffs y las melodías.
Y la bajista abrió la caja de Pandora y brilló durante toda la noche con riffs, bien pesados, solos para nada aburridos, y hasta melodías, y sobre ese esquema trabajó Sorín a la hora de sumar el trabajo de cuerdas y bronces.
Los invitados trabajaron con la horma de sonido a lo Morphine: saxo barítono, saco tenor y trombón para sonar bien graves y oscuros, mientras que las cuerdas buscaron darles toques sombríos y épicos a las canciones.
Así fueron pasando “Desátalo” y “Mi apuesta”, donde quedó bien claro que la apuesta para esta circunstancia pasaba por otro lado, lejos de lo obvio y el lugar común, y Brenda Martin demostró su notable capacidad como bajista.
“Eco” tuvo a las dos damas del grupo compartiendo las voces, pero también mostró los caminos extraños y sinuosos que la banda eligió para abordar las canciones en esta ocasión como ocurrió en “Enmudecer”, donde un violinista suplió el solo de guitarra y le dio un toque épico a la canción.
Para ratificar su origen de nacidos en el interior del país, y su decisión de mixturar el rock con el folclore, Eruca ofrendó la hermosa “Unknown (amanece que no es poco)” con Martin llevando adelante la melodía, Perdernera tocando la acústica y Bertoldi cantando desnuda, poniéndole emociones a su voz.
“Frio Cemento”, “Agujas” y “Paraíso en retro” tuvieron a la banda interactuando con el sexteto de cuerdas y los tres bronces, cambiando la película de cada canción, con Sorín dando toques de banda de sonido de película épica y dramática a la participación de sus dirigidos.
Con Bertoldi a cargo de una eléctrica, toda la orquesta Sativa puso proa al centro de la tormenta durante la hermosa “Para que sigamos siendo”, que parece rendirle homenaje a cada padre-madre, obrero que siembra en sus hijos la esperanza de que el trabajo es el camino correcto para lograr grandes cosas.
Pero viniendo de músicos que la pelearon mucho y que vienen desde el interior del país, también podría decirse que está dedicada a esos artistas que van dejando jirones del alma en el camino como el fallecido Titi Rivarola, amigo de la banda y prócer del rock cordobés.
La pasión y la emoción siguieron en “El genio de la nada”, que tuvo un comienzo folclórico, un intermedio jazzero a cargo del bajo y un final exquisito y épico con toda la orquesta Sativa brillando.
Pedernera y Martín confirmaron que tienen uno de los mejores groove de las Pampas en el comienzo de “Magoo” en el que Bertoldi llevo a la Orquesta por el camino del funky, con bolas de espejos incluidas y fiesta en el Opera.
El cierre tuvo al trío brillando como un diamante pulido, bien acompañado por la Orquesta que trasladó a todos los tripulantes del Opera a un viaje en “Ultima. Parte 1:”El Balcon”, que tuvo un final con el grupo batiéndose en un duelo planetario con las cuerdas y los bronces, en un final heroico.
Pocas bandas logran el nivel artístico y emocional de los Eruca, siendo tan nuevos en el mainstream, y por eso el futuro es brillante, promete más hazañas, grandes canciones y buenos discos a esta banda que construyó su camino sola y con mucho esfuerzo. Mucho mérito.
Fuente Agencia Télam