La figura de Charly García fue el eje del masivo festival de rock consumado en el barrio porteño de Palermo con la presencia protagónica de Fito Páez -que acaba de editar un disco con referencias explícitas al ex Serú Girán- y alusiones al fallecimiento de Carlos Alberto «Negro» García López, guitarrista histórico de las formaciones del homenajeado.
La jornada tuvo la presencia de Paez -acompañado por un elenco de artistas invitados- como epicentro: el rosarino aportó las citas más crudas y rockeras al inmenso legado musical de García.
«Quiero intoxicarme de Charly», lanzó Fito apenas se subió al escenario minutos después de las 21 y cuando el festival llevaba más de seis horas de música.
Luego se sucedieron, además de clásicos del homenajeado, canciones de «Rock and Roll Revolution», la flamante novedad del rosarino, con un tono siempre cercano a la declamación.
El climax se alcanzó acaso con Páez al piano para una versión de su legendaria «Ciudad de pobres corazones» con el aporte, a través de la proyección de un video, de la figura de García; y, al final, con un cierre colectivo en el escenario para entonar «Bienvenidos al tren».
Más temprano, en la espera de ese desenlace, las miles de personas que poblaron el escenario montado en Avenida Figueroa Alcorta y Pampa, oyeron un discurso sonoro en el que predominaron las referencias al pulso pop de los primeros años de la carrera solista del creador de Sui Géneris.
Un momento esperado por el público fue la irrupción de Turf, la banda liderada por el cantante Joaquín Levinton y que cultiva las formas del rock pero también el indie y el gesto pop.
En ese esquema la formación presentó «Me siento mucho mejor», uno de los pocos covers de la obra de García (el original pertenece a The Byrds) y «No se va a llamar mi amor».
A su turno, Massacre hizo su aporte al clima potente de la noche con una versión de «Demoliendo hoteles» para luego entregarse a una cita ajena, «Rape me», del segundo álbum de Nirvana.
Un pasaje intenso de la jornada se vivió con la presencia de Virus, la emblemática banda new wave de los ’80 que fue fundada por Federico Moura -fallecido en 1988- y hoy es comandada por su hermano Marcelo.
«Charly fue uno de los primeros en entender lo que hacíamos», recordó Marcelo en alusión a las resistencias que debió vencer la banda entre el paladar negro rockero.
«Hablando a tu corazón» y «Alguien en el mundo piensa en mí», fueron algunos de los estandartes de Virus para mantener en vilo a los miles de espectadores.
«Se está formando en el cielo una banda maravillosa», lanzó Marcelo Moura para enseguida invocar a Raúl Carnota y el «Negro» García López, fallecidos hoy, y Gustavo Cerati, que perdió la vida semanas atrás.
Las primeras horas del festival, que se inauguró poco después de las 15, fueron matizadas por el espíritu cancionero de Rosal, la banda liderada por María Ezquiaga y que tiene una década transitando el circuito musical.
Ezquiaga, acompañada por la guitarra de Ezequiel Kronenberg y el teclado de Martín Caamaño, entregó versiones de «Zocacola» y «Piano bar».
Ministerio de Energía aportó su esencia pop; Coki & The Killer Burritos entregaron su mirada de «El día que apagaron la luz», mientras que Indios se animó a
«Raros peinados nuevos» y «Símbolo de paz», himnos de García solista.
Ocho horas de música y referencias permanentes a la obra de García, algunas cerca de la virtud artística, signaron el temperamento del festival que, más allá de las subjetividades, contó con el acompañamiento del público.
Fuente Agencia Télam