Octavo álbum de estudio de la banda rioplatense, que se puso en manos del estadounidense Joe Blaney -que produjo a Charly García, Fito Páez y Andrés Calamaro, pero también a The Clash y B52’s- para lograr un sonido más en vivo y regresar con canciones más crudas, aunque también aquellas que exudan melancolía pura.
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El disco abre con la rockera «Me ilumina hoy», con un riff pegadizo de Pablo Coniberti y Emiliano Brancciari, que vira rápidamente a una pegadiza canción de primavera con los arreglos de vientos.
«Alba» es más cancionera, un medio tempo a la que Brancciari le pone su mejor tono de lamento rioplatense, mientras que «Detrás del cerro» tiene un comienzo folclórico, con Brancciari cantando lentamente hasta que la percusión y los bronces y el estribillo la meten en terrenos típicos de la banda uruguaya.
Blaney logró grabar a la banda tocando en vivo, y usó esas tomas para armar las canciones, casi sin sobregrabaciones, a la que sigue el funky-rockero «Comodín» que recuerda a los primeros discos de la banda y que cuenta con Charly como invitado aportando un clavinet.
«Paranoia» arranca bien latina, suave, casi como una vieja bossa nova, con Brancciari aportándole esos toques tristes grises, tan típicos de la música uruguaya, esos aires otoñales, de días frios y nublados.
«La cuerda» es un medio tempo rockerito, con una linda abertura a cargo de las guitarras, que recuerda a trabajos de Calamaro, mientras que «La puerta de atrás» remite directamente a los primeros discos de la banda, con Diego Rossberg, el vocalista del grupo Cuatro Pesos de Propina como invitado.
El disco cierra con los aires acústicos y una slide stoneana de «Viajando sin espada» con el aporte de Hugo Fattorusso, emblema de la música uruguaya, en piano y en voz en una canción de madrugada, de borrachos en cantina, cantándole a la noche que se fue y al sol que asoma y lastima los ojos.
Fuente Agencia Télam