El Centro de Química del INTI aplica una metodología de microencapsulación de aceite de lino para el desarrollo de un pan fortificado con omega-3, cuyo consumo de ácidos grasos proporciona un gran beneficio para la salud, favoreciendo la prevención de enfermedades cardiovasculares.
A la vez los ácidos grasos omega 3 juegan un rol importante en la nutrición temprana de los niños al intervenir en el desarrollo del sistema nervioso.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda la ingesta diaria de estos ácidos grasos que se encuentran presentes fundamentalmente en pescados de aguas profundas y algas marinas, y en distintos vegetales como nueces, semillas de lino y chía, que al aportar ácido linolénico (ALA) permiten sintetizar omega-3 en el organismo.
Dado que el ALA se encuentra en alta proporción en el aceite de semilla de lino (el 60%), y teniendo en cuenta que en la Argentina se promueve la producción de este tipo de aceite con propósitos nutricionales, el Centro INTI-Química, en conjunto con el Centro de Agroalimentos y el Centro de Cereales y Oleaginosas de 9 de Julio del Instituto, microencapsuló aceite de lino para desarrollar alimentos fortificados con ácidos grasos omega-3.
“La microencapsulación es una tecnología clave que permite retrasar o inhibir la elevada susceptibilidad a la oxidación que poseen ciertas sustancias, como el ácido linolénico, y facilita su incorporación en los alimentos”, señala la doctora Gabriela Gallardo de INTI-Química, quien explica que también se la utiliza para enmascarar olores y sabores indeseables que se forman como consecuencia de dicho deterioro. Se trata de un proceso de recubrimiento de sustancias activas con materiales de distinta naturaleza del que se obtienen partículas de tamaño micrométrico, “microcápsulas”, que permiten proteger dichas sustancias, impidiendo su deterioro y permitiendo que se liberen en el tiempo.
Microcápsulas: un producto con valor agregado
En base a los antecedentes del grupo de trabajo de INTI-Química, que en 2005 empleó una metodología semejante para la microencapsulación de aceite de pescado, se desarrolló el método de microencapsulación de aceite de lino que consistió en la preparación de una emulsión aceite en agua que luego fue secada por spray.
“Esta tecnología permite obtener productos en forma de polvo para incorporarlos luego a los alimentos”, advierte Gallardo. “Como resultado de la microencapsulación se obtuvieron polvos finos con un tamaño de partícula (microcápsulas) de entre 10 y 50 micrómetros y una elevada eficiencia de encapsulación (90%)”, asegura.
Finalmente, el equipo de trabajo del Centro de Química del INTI incorporó dichas microcápsulas a un producto de consumo masivo como el pan, obteniéndose un alimento funcional que no presentó alteraciones en su sabor al ser comparado con un pan sin fortificar.