El músico brasileño Caetano Veloso regresó a la Argentina y anoche cautivó a un repleto estadio Luna Park, donde acompañado por BandaCê desplegó su oficio de cantor en un puñado de canciones que van desde el rock eléctrico a la música experimental, haciendo eje en su último disco «Abraçaço».
De buen humor y dispuesto a conquistar a la audiencia, el bahiano no se privó de nada: recorrió varias veces el escenario de punta a punta, bailó, hizo coreografías junto al power trío que lo acompaña desde hace años, y, ante todo, reivindicó el arte de cantar a partir de un magistral manejo de los climas y la voz.
Sobre bases musicales sólidas y potentes, Caetano fue dibujando melodías sencillas en las que su voz pasaba con naturalidad del canto ancestral, a sus delicados vibratos, recurso que sabe utilizar como pocos, únicamente en los pasajes que pide cada pieza.
Un público encendido, que tal vez no conocía todas las canciones de esta nueva etapa pero que lo sigue con ferviente convicción, lo acompañó con alegría y festejó cada gesto suyo con aplausos y elogios.
“Estoy feliz de estar otra vez en Buenos Aires”, dijo Caetano, quien anoche inició una gira que lo llevará a tocar el viernes 7 en el Estadio Orfeo de Córdoba, el domingo 9 en el Centro de Convenciones CITI Center de Rosario y el martes 11 en el auditorio Bustelo de la ciudad de Mendoza,
Con elegancia y sutileza, Caetano fue recreando el repertorio de “Abraçaço”, disco que produjo junto a su hijo Moreno Veloso, y con el que concluyó la trilogía que comenzó, en 2006, con “Cê”.
Una puesta minimalista con tres cuadros con figuras geométricas , fue el marco que eligió para abordar el álbum que marcó su regreso a la forma de canción, alcanzando la madurez de la ruptura estética que planteó desde el terceto rockero.
Si bien la melancolía está presente en varias de las historias narradas, la emoción se hizo presente con el bello tributo político de ”Um comunista”, donde en medio de un silencio apabullante repetía “los comunistas guardaban los sueños”. Una canción dedicada al guerrillero Carlos Marighella.
Con su guitarra blanca, Caetano llevó la batuta y el pulso rítimico de un concierto donde la bossa nova, el pagode, el funk y el rock convivieron bajo el influjo de Pedro Sá (guitarra), Ricardo Dias Gomes (bajo y teclado) y Marcelo Callado (batería y percusión).
Para emular el arte de tapa del disco donde “todas las manos ” envuelven al cantante en una suerte de ´abrazazo´ o de gran abrazo, los jóvenes músicos abandonaron sus instrumentos por un instante para recrear esa escena ovacionada por el público.
Con 72 años y 49 discos editados, Caetano volvió a demostrar en el Luna Park porqué es considerado uno de los más grandes de la canción iberomericana, capaz de reiventarse cada vez para volver a encontrarse con las esencias que sus seguidores reciben como una ambrosía.
Fuente Agencia Télam