Es lo enunciado por productores de Santa Fe y Córdoba, que exigen una reunión de la cadena láctea por completo para esclarecer las pautas que hacen a la economía sectorial. Sugieren lobbys industriales, pero también falta de compromiso de los funcionarios.
No es el verano, sino las condiciones generales las que suben la temperatura en los tambos. No hablamos de stress calórico, sino del hartazgo por la falta de seriedad en el manejo de las políticas que hacen a la lechería.
Una muestra de esto es la manifestación que en la mañana de ayer hicieron los representantes de la Mesa de Productores de Leche de Santa Fe, junto a referentes de la Cámara de Productores de Leche de Córdoba.
Teniendo en cuenta los rumores de baja para la leche en los pagos que se van a hacer en febrero, luego de la situación similar revertida para enero, ahora son los productores, que en otro momento estuvieron más pasivamente aceptando los modos del sector en general y del Estado nacional en particular los que reclaman una convocatoria seria. «Nosotros queremos denunciar ciertas actitudes de la industria, pero mayormente de la parte gubernamental», enunció Marcelo Aimaro, el presidente de Meprolsafe.
Mientras la baja del precio no se concrete, el enunciado que proponen es que «mientras no se aumente la leche, es lo mismo que la bajen, por el proceso inflacionario que estamos viviendo. Entonces consideramos que el precio al productor se tiene que actualizar, no por una cuestión de rentabilidad, sino para sostener el encuadre económico y financiero que tenemos ahora», señaló Alejandro Leveratto, en representación de los cordobeses.
El análisis lo hacen a partir de un sostenido valor de los precios en el mercado interno, con un consumo bueno, mientras que «los precios de exportación no son tan malos como dicen, teniendo en cuenta los datos oficiales de venta en los últimos meses». Lo que no entienden los productores es la razón de la baja para toda la leche, mientras que el ajuste sólo debería hacerse para la materia prima destinada a exportación (en diciembre la tonelada de leche en polvo se pagó 3.886 dólares), más aun teniendo en cuenta que los últimos conflictos se dan sólo en el comercio con Rusia. «Hoy en un momento donde tenemos problemas climáticos y no hay una gran producción, se pretende una baja del 11 por ciento, que si lo anualizamos representaría una transferencia de cuatro mil millones de pesos, del productor a la industria».
Fue Leveratto el que remarcó que «desde el origen de las cámaras de productores, planteamos que hay una situación de dominancia, la industria por sobre la producción, que se da con una clara presión manifiesta en este momento. Se ha especulado con la venta al exterior, acumulando stocks y ahora pretenden que eso lo paguemos los productores, por eso necesitamos un árbitro, que tiene que ser el Estado». Es el Gobierno nacional quien tiene que mediar positivamente, para mejorar las condiciones de la cadena láctea, con reglas de juego «que hagan que todo funcione de manera automática, no con intervenciones que alteran la normal relación intrasectorial, evitando situaciones indeseadas».
Pero la realidad es diversa, falta compromiso político, como tantas otras veces y pareciera que el Ejecutivo, a través del Ministerio de Agricultura, deja librado el problema (al igual que en tantas otras economías regionales que hoy también están en crisis), para que se resuelva de manera conflictiva cada pedido. Aún hay cautela en las voces de quienes supieron acompañar bastante las medidas de la Subsecretaría de Lechería de la Nación. «No queremos creer que ese no llamado a la reunión con las industrias del viernes sea un aval encubierto a la baja, por eso pedimos un urgente encuentro con todos los sectores, para darle una salida a este problema y a esta transferencia de dinero, pero que sea para resolver el tema, no que nos juntemos a charlar y dilatar la situación», concretaron Aimaro y Leveratto. Mientras se llama la atención del juez del caso, Leveratto entiende que «la industria defiende su negocio con cobardía, porque saben que al único que pueden apretar es al productor».
Sin escuchar
Claro que con herramientas concretas se deberá afrontar esta crisis, pero siempre se debe disponer de la buena voluntad de todas las partes, lo cual no es usual y sobre todo en los últimos años.
Los tamberos quieren soluciones, que siempre terminan cayendo sobre los precios; los industriales reglas claras y una economía que colabore; y el Gobierno nacional, observa de lejos cómo suceden los conflictos lecheros, que tienen una vez más a nuestra región como eje, bien lejano.
Se resquebrajan las paciencias y los vínculos, hecho que queda demostrado con la convocatoria a un referente oficialista de Morteros con un grupo pequeño de tamberos, sin haber aprovechado el encuentro con el Jefe de Gabinete de Ministros, para escuchar a todas las voces. Es tan cambiante el panorama que a 40 días de plantear subas, las industrias quieren bajar los precios. En el inicio del año electoral los productores se manifiestan en contra de la voluntad de aquellos que se quieren quedar con el dinero de los productores y es por eso que «al Estado le pedimos que cumpla la función que tiene que cumplir, que es la de arbitrar en estos casos», al tiempo que reclaman «que se institucionalice el sector» y se deje de llamar aleatoriamente a las entidades o a personas, para no faltar el respeto a quienes vienen trabajando por el tema desde hace 14 años.
Marcelo Aimaro remarca que no sólo se reclama o protesta, sino que se presentaron propuestas, se completaron las instancias del trabajo sobre la competitividad, que a más de dos años no se conocen los resultados. «Ahora que estamos con un problema muy serio, ni siquiera nos llaman y últimamente no nos escuchan», admiten.
Oscar Poi, ex presidente de Meprolsafe e integrante de la comisión directiva, sostiene que «hay buenas intenciones» en el ámbito del Magyp, pero las herramientas que existen para el sector aún no se ponen en marcha y que «eso te da la pauta que ese estamento del Estado no tiene peso, porque todo se termina de definir en la Secretaría de Comercio Interior y el Ministerio de Economía». Eso sí, en los momentos buenos y de mucho dinero, la intervención económica del Gobierno existe, mientras que en momentos más flojos, no hay auxilio alguno.
Mientras el hombre del tambo espera notar en el bolsillo la baja, sus representantes piden que se apuren los encuentros y las soluciones, optando por la vía institucional, antes que instalarse frente a una industria con conflictos de por medio.
En concreto, el encuentro realizado en Meprolsafe de ayer llama a «juntarse con la convocatoria del Gobierno en una reunión como la que reclamamos hace 12 años y poner todos los lineamientos para solucionar este problema. Nuestras entidades van por un sistema de regulación, no intervención, para ordenar cómo se forman los precios y cómo se dividen los mercados, hasta que no se tengan esas pautas, nunca vamos a resolver nada. Hoy hay que frenar la coyuntura de esta pretendida baja», enunció Aimaro admitiendo que «no sirve sobre lo coyuntural de hoy cuando no tienen voluntad política de cambiar para siempre un sistema».
Será el corto plazo el que dé las respuestas y realmente demuestre quién se ocupa del sector y quién no. La lechería espera, pero sin un sillón muy cómodo luego de años de pérdidas económicas y de la salida de muchos del negocio. Las soluciones se tienen que dar pronto y parece que todo empieza por un llamado a todos los sectores, la cuestión es querer hacerlo.
Por Elida Thiery para La Opinión de Rafaela