Los artistas recrearán una estética común que cultivaron entre 1999 y 2006 a partir de un puñado de conciertos titulados “Perfume”, con la que llegarán a la Argentina para presentarse desde el 25 de mayo en las ciudades de Rosario, La Plata, Córdoba, Tucumán y Buenos Aires.
“La serie de shows en Chile, en Argentina y en Estados Unidos ya implican un fin en sí mismo. Vamos a tratar esta gira como la más importante de nuestras vidas, como su fuera la última, como si fuera la primera”, deslizó Drexler durante una entrevista telefónica con Télam desde España, donde vive desde mediados de los 90.
Lejos de las presiones y los anuncios grandilocuentes, el trovador aseguró que “esta es una gira con un margen de libertad muy amplio en el que retomaremos canciones antiguas e inclusive alguna composición conjunta que aparezca”.
“Encarar este viaje y reencontrarme con Luciano -sostuvo- es un sueño porque son puertas que se van abriendo sin tener planes, con todo lo bonito de la irresponsabilidad de este trabajo que estamos desplegando en un estudio que es como un playground para adultos”.
La sociedad creativa entre ambos artistas se fue amasando entre los repertorios de los discos de Drexler “Frontera” (1999), “Sea” (2001), “Eco” (2004) y “12 segundos de oscuridad” (2006).
Las canciones de uno y los ropajes electrónicos con los que el otro las vistió, constituyeron todo un hallazgo estético que modificó la paleta que hasta entonces regía a la canción de autor.
Ejemplo de ello son los magníficos temas “Río abajo”, “Horas”, “Nada menos”, “Deseo”, “La vida es más compleja de lo que parece” y “Hermana duda”, por citar apenas algunos.
El músico (que enfáticamente desecha ser llamado cantautor “porque es una palabra fea. Y como yo trabajo con las palabras no puedo ni quiero ser neutra con ellas”, enunció) sostuvo que “entre ambos se dio una interacción muy grande pero, después y como era de esperar, su carrera tomó un vuelo propio”.
Por eso, Drexler subrayó la posibilidad que le regala “Perfume” “de compartir con un amigo personal y con un músico que admiro para ver cómo ha evolucionado nuestra música en estos ocho años en los que no tocamos juntos”.
Desde lo personal, el guitarrista y cantante consignó que encarar esta aventura después de la propuesta latinoamericana y rítmica de “Bailar en la cueva” (su placa de 2014), “marca un movimiento pendular y a mí me gusta mucho oscilar”.
“Me seduce -abundó- venir de una gira muy numerosa y de golpe meterme en un proyecto minimalista y electrónico. Es el sano influjo del cambio y de no apalancarme en el lugar de confort”.
El proyecto compartido que toma el nombre de la primera canción conjunta que ambos hicieron para Bajofondo, para Drexler remite a “la composición que es buscar un perfume en un jardín de noche. Ir atrás de eso tan etéreo, eso tan sutil como real”.
Tras pasar por Chile y antes de llegar a Estados Unidos, el “Perfume” de la dupla llegará a la Argentina para sonar en El Círculo de Rosario (el 25), en el platense Coliseo Podestá (el 26), en el Quality de Córdoba (el 27), en el Mercedes Sosa de Tucumán (el 28) y, por último, el sábado 30 en el estadio porteño Luna Park.
Capaz de insistir con el gusto por los cambios, puntualizó que “’Bailar en la cueva’ fue un antes y un después para mí en muchos aspectos, un concierto con mucho trabajo físico que me permitió completarme como persona y expandirme hacia lo latinoamericano”.
“En el Río de la Plata, dentro de nuestro narcisismo, nos sentimos muy diferentes del resto, y en realidad tenemos muchas cosas comunes con el resto de la región. Una lengua en común, una imagen del mundo, una disparidad en la distribución económica, un mestizaje alucinante y traumático también”, detalló.
A modo de balance de esa vivencia atravesada por 80 recitales en 70 ciudades, indicó que “terminé de abrirme a Latinoamérica y Latinoamérica se abrió a mí a partir de unos puentes personales sin sentir ningún deber con nadie”.
Fuente Agencia Télam