El INTA San Pedro trabaja en el desarrollo de la biosolarización, una técnica recomendada para reducir las poblaciones de patógenos y malezas sin utilizar productos químicos.
En los últimos años, investigadores de todo el mundo concentran sus esfuerzos en desarrollar técnicas no contaminantes para la desinfección del suelo. En este sentido, especialistas del INTA San Pedro –Buenos Aires– trabajan en la aplicación de la solarización combinada con biofumigación para el cuidado de los suelos, una técnica que demostró un alto potencial para controlar las malezas y los patógenos.
Mariel Mitidieri, especialista en manejo integrado de enfermedades en cultivos intensivos de esa unidad del INTA, explicó que “la combinación de ambas técnicas disminuye el uso de plaguicidas en la producción de hortalizas y flores, ya que no se utilizan compuestos tóxicos”.
Con la mirada puesta en producir un cultivo con bajos niveles de agroquímicos y con técnicas de bajo impacto ambiental, la biosolarización crea la posibilidad de obtener un valor diferencial y una posibilidad de posicionar mejor el producto en el mercado.
Mitidieri explicó que la solarización “es el uso de la energía solar para pasteurizar el suelo con la finalidad de disminuir la población de patógenos y malezas sin utilizar plaguicidas de síntesis química”. Por otro lado, la especialista del INTA señaló que “la biofumigación es el control de plagas y patógenos del suelo por medio de la liberación de compuestos originados naturalmente de la descomposición de residuos orgánicos”.
Si bien los resultados dependen del grado de infestación del cultivo, la especialista del INTA aseguró que “en un invernadero con alta presencia de nematodos y patógenos en el suelo, el rinde en un cultivo de tomate puede aumentar hasta un 40 % después de aplicar la biosolarización al suelo”.
“La adopción de estas técnicas necesariamente debe ser parte de una gestión integral”, señaló Mitidieri quien recomendó al productor “la planificación de las actividades en el invernadero a través del diseño de un sistema que determine los momentos óptimos para biofumigar o biosolarizar, para evitar pérdidas económicas”.
De acuerdo con Mitidieri, “las experiencias indican que lo más efectivo es combinar ambas técnicas, debido a que el aporte de materia orgánica contrarresta la pérdida por mineralización que producen las altas temperaturas”.
Asimismo, Mitidieri sostuvo que puede aplicarse a todas las producciones, pero estas técnicas tienen una mayor aplicación en los cultivos hortícolas y florícolas.
En detalle
La solarización incluye tratamientos repetidos con altas temperaturas y humedad en el suelo que activan y eliminan los microorganismos patógenos, nematodos y semillas de malezas. Con esto, se logra el saneamiento de toda la estructura del invernadero. Además, se puede aplicar en parcelas al aire libre.
Para captar la energía solar es necesario trabajar el suelo, colocar el sistema de riego y tapar herméticamente con un plástico. De esta manera, por acción de la radiación solar, aumenta la temperatura del suelo y se repite el proceso todos los días. “El suelo debe estar húmedo, para que el vapor de agua que se genera profundice el efecto deseado, ya que la humedad activa los propágulos de patógenos que luego mueren por el efecto de las altas temperaturas”, explicó la especialista del INTA.
Para que se den las temperaturas óptimas requeridas –50 y 60º C– es recomendable en la región pampeana aplicar la técnica en enero, mes en el que existe mayor probabilidad de alta radiación y temperatura. En el NEA y NOA la solarización se aplica sin mayores problemas en enero, debido a que en esa época los invernaderos no se utilizan por las temperaturas extremas que se registran.
La biofumigación, además de permitir la mejora de la calidad del suelo a través del aporte de materia orgánica, reduce el costo y el impacto ambiental de la producción debido a que puede realizarse con los rastrojos de los cultivos que se generan en la quinta, incluidas aromáticas como la mostaza.
Experiencias exitosas
Desde el 2003, en el INTA San Pedro se realiza un ensayo donde se comparan aplicaciones sucesivas de enmiendas orgánicas, realizadas año por medio, en combinación con la técnica de solarización.
“La biosolarización realizada entre noviembre y diciembre nos permitió controlar al nematodo predominante Nacobbus aberrans y patógenos como Fusarium solani, Sclerotinia sclerotiorum, Sclerotinia minor y Pyrenochaeta lycopersici”, expresó Mitidieri quien además señaló que se obtuvieron mejoras en el rendimiento de tomate, pimiento, lechuga y acelga.
En el marco del Proyecto Tierra Sana, profesionales del INTA de distintos puntos del país han realizado experiencias de solarización y biofumigación. Por ejemplo en la localidad correntina de Bella Vista se probaron con éxito biofumigantes como hojarasca de pino, pasto de jardín, mantillo, repollo, estiércol de pollo y sorgo.
“Actualmente, en la Estación Experimental de Gorina, técnicos del INTA AMBA (Área Metropolitana de Buenos Aires) realizan ensayos para aplicar la técnica en el cinturón hortícola platense”, señaló Mitidieri quien agregó: “En este territorio y otras localidades se llevan parcelas demostrativas en campos de productores, que actualmente se interesan más por la técnica dado el alto valor que han adquirido los fumigantes químicos”.
2015, el año de los suelos
El suelo es un recurso limitado y se encuentra bajo presión creciente. Por esto, en el Año Internacional de los Suelos (AIS), la ONU invita a repensar el rol central que tiene como base fundamental para la seguridad alimentaria y la provisión de servicios ambientales, que incluyen la mitigación y adaptación al cambio climático.
De acuerdo con el informe del organismo internacional, “el mantenimiento de suelos saludables y fértiles para la alimentación de una creciente población mundial solo será posible a través de una alianza fuerte. Por esto, se establece la Alianza Mundial por el Suelo”.
Fuente INTA Informa