Creado por el INTA Hilario Ascasubi y una empresa metalmecánica local, el prototipo facilita la producción de fertilizantes orgánicos. La innovación ya está disponible en el mercado.
En articulación con una empresa metalmecánica local, el INTA Hilario Ascasubi –Buenos Aires– desarrolló una máquina que mezcla los componentes orgánicos utilizados para generar compost. El prototipo, que ya se encuentra en el mercado, está dirigido a pequeños y medianos productores y permite aprovechar residuos domiciliarios, restos agrícolas y efluentes de tambo.
Para su utilización, el prototipo requiere que el compost sea dispuesto en pilas longitudinales a fin de facilitar el volteo y su mezcla. “Se trata de un sistema difundido, económico y de fácil adopción que cumple con la norma IRAM 29556-1 y asegura la calidad del compost”, explicó Orden.
Según mostraron las observaciones a campo, el compostaje en pilas permite lograr una mejor homogeneización de los residuos. “Obtener buenos índices de madurez facilita el control del contenido de agua y aire y evita el pretratamiento del material”, indicó el técnico.
Orden destacó la incorporación de materia orgánica al suelo, generada a partir de los residuos, como una alternativa para capturar el carbono. “La materia orgánica es la principal fuente de nutrientes para el desarrollo vegetal y, además, proporciona un modo posible de mitigar el creciente aumento atmosférico de dióxido de carbono”, sostuvo.
El proyecto surgió de un convenio de cooperación técnica entre el INTA y la empresa “El Pato Maquinarias Agrícolas”, una pyme familiar ubicada en la localidad de Pedro Luro.
Asimismo, tuvo el apoyo del INTA a través de la Red de Agroecología, del Programa de Recursos Naturales y del Proyecto de Tratamientos de Residuos.
Ficha técnica
La máquina funciona con la tracción de un tractor y tiene una lanza para trabajar las pilas de compost y trasladar el equipo. La potencia requerida es de 55 HP y se obtiene de la toma de fuerza del tractor, a través de dos acoplamientos cardánicos unidos por un eje intermedio.
El prototipo cuenta con un rotor principal que se encarga de las tareas de mezcla. Este dispositivo está formado por un caño que se combina con otro y allí se ubican los soportes que sostienen unas paletas rectangulares, cuya función es remover las pilas y airearlas.
Además, la máquina incorpora un tanque de 750 litros conectado a un sistema de aspersión por gravedad que genera una cortina de agua y permite mojar la pila de compostaje a los porcentajes deseados de humedad. “El sistema no necesita el empleo de una bomba y, por ende, eso disminuye el costo de mantenimiento”, señaló Orden.
El especialista remarcó que, en virtud de las pruebas realizadas en pilas de distinto tamaño y composición, la máquina registra una capacidad de trabajo de entre 500 y 900 m3 por hora. La frecuencia de volteo depende de los índices de madurez del material como temperatura, pH, entre otras variables.
Para mejorar la labor, se recomienda que las pilas tengan 2 metros de ancho y 1.60, de alto y sean lo más rectas posible. “Si el terreno tiene pendiente, es conveniente ubicar la pila en ese sentido y dejar un espacio entre las pilas para que circule la máquina”, dijo el técnico.
Construir tecnología Orden señaló que “el prototipo surgió a partir de algunos proyectos realizados entre 2009 y 2012 con el objetivo de validar indicadores de fertilidad del suelo mediante aplicaciones de enmiendas orgánicas en sistemas de producción agroecológica”.
Las primeras pruebas se realizaron en pilas compuestas por desechos de cebolla y estiércol de feedlot. “Los resultados se ajustaban a lo que necesitábamos y veíamos que podía ser una herramienta de bajo costo, versátil y de fácil adopción para los productores”, recordó Orden.
El prototipo fue presentado en el Tercer encuentro del Mercosur Ampliado de Máquinas y Herramientas para la Agricultura Familiar, que organizó el INTA junto con la Cámara Argentina de Fabricantes de Maquinarias para la Agricultura –CAMAF–. En 2013, la máquina también participó del Concurso INNOVAR, realizado por el Ministerio de Ciencia y Técnica de la Nación.
“Experimentamos con distintos residuos orgánicos para observar si era factible su transformación y, de este modo, contribuir a la problemática ambiental y obtener abonos orgánicos libres de patógenos”, explicó Orden. Con el apoyo de diferentes unidades del INTA, se evaluó el desempeño del prototipo con orujo –subproducto de la vitivinicultura– en Luján de Cuyo; guano de ave en San Pedro; estiércol bovino en Área Metropolitana de Buenos Aires, entre otros.
Actualmente, la máquina se integra a un proyecto comunitario en Bahía Blanca. Allí, los alumnos de una escuela y sus familias conformaron una cooperativa que, junto con el INTA y otras entidades locales, composta los residuos de poda y el estiércol bovino generados en la ciudad y los transforma en abono para viveros y huertas orgánicas.
Fuente INTA Informa