Un trabajo del INTA Pergamino –Buenos Aires– analiza las ventajas y desventajas de la siembra tardía del cereal. Variabilidad climática uno de los aspectos centrales para lograr los mejores resultados.
En la Argentina, los rendimientos del maíz dependen del agua disponible. Sembrado en fechas tempranas y sin buena disponibilidad de agua durante el verano, los rindes pueden disminuir drásticamente. Sin embargo, con un buen análisis de las condiciones climáticas y la disponibilidad de agua en el verano, el maíz tardío aparece como una opción rentable y que aporta estabilidad a la empresa agropecuaria.
Alfredo Cirilo, especialista en ecofisiología vegetal del INTA Pergamino –Buenos Aires–, expresó que la elección de la fecha de siembra del maíz es una decisión de manejo condicionada por razones operativas y estratégicas, como oportunidad de siembra, humedad y temperatura de suelo, escape a adversidades climáticas o biológicas, entre otras.
“En el norte de Buenos Aires, los niveles de radiación solar y los registros térmicos varían marcadamente durante el año, por lo que la modificación de la fecha de siembra tiene una marcada influencia sobre el desarrollo y crecimiento del cultivo”, señaló Cirilo y agregó: “Cuando la siembra se retrasa, las altas temperaturas provocan la aceleración del desarrollo fenológico y el anticipo de la floración”.
Si bien, los rendimientos máximos de maíz en la región se obtienen con siembras tempranas –fines de agosto– la frecuencia de heladas tardías provoca daños en el cultivo y en los rindes. “Si la siembra se demora uno o dos meses, el rendimiento potencial casi no se modifica y la posibilidad de ocurrencia de heladas se reduce”, indicó Cirilo.
Sin embargo, si las siembras se retrasan a fines de noviembre, el rinde potencial se ubica por sobre los 100 quintales por hectárea. “En aquellos lotes que optan por fechas más tardías los resultados son alentadores”, aseguró el especialista del INTA.
De acuerdo con Cirilo, para determinar la fecha de siembra del maíz, el productor debe tener en cuenta una serie de factores: la disponibilidad hídrica y la oferta nutricional. “Las correctas decisiones de manejo agronómico pueden aliviar estos efectos y mejorar los rendimientos alcanzables en la región”.
Como las limitaciones hídricas son frecuentes en los cultivos de maíz de secano, sembrar con buena humedad en el suelo garantiza un buen porcentaje de germinación. Pero esto no es todo. “La falta de agua tiene un efecto mayor cuando ocurre alrededor de la floración debido a que reduce el crecimiento del cultivo y afecta el número de granos, que es el principal componente del rendimiento”, explicó Cirilo quien aclaró que “en años secos, el atraso de la fecha de siembra expone a los cultivos a una mejor oferta de agua alrededor de la floración”.
En la región, las fechas tempranas presentan los mayores rendimientos potenciales, aunque en años en los que hay carencias hídricas, sumado a temperaturas altas, los rindes pueden caer drásticamente hasta la mitad. “A pesar de que la siembra tardía tiene menos potencial, la disponibilidad de agua durante la floración determina mayor estabilidad interanual de los rindes alcanzables”, indicó el especialista del INTA.
Aspectos sanitarios
Para Cirilo, aquellos que decidan atrasar la siembra de maíz deberán tener en cuenta los problemas sanitarios que esto implica. “Las siembras tardías están expuestas a una mayor incidencia de enfermedades, como la virosis del Mal de Río IV, lo que obliga a la elección de genotipos tolerantes”, explicó.
Por otro lado, plagas como el barrenador del tallo en maíz y la oruga cogollera, cuyas poblaciones de adultos y el número de larvas por planta aumentan significativamente con el avance de la estación y pueden producir importantes reducciones en los rindes. “Para evitar problemas de ataques, es necesario un cuidadoso monitoreo y control con insecticidas o el uso de híbridos con resistencia incorporada por transgénesis”, recomendó el técnico del INTA.
Fuente INTA Informa