Desde sensores manuales hasta imágenes de drones, las opciones en el mercado se multiplican. Técnicos del INTA Manfredi, Córdoba, brindan pautas para elegir la ideal, según el caso.
Que la tecnología llego al campo para quedarse ya no es novedad. Lo que sí lo es el gran avance que tiene sobre el manejo de los cultivos y las diversas actividades agropecuarias. Así, desde sensores manuales o montados en maquinarias hasta imágenes desde drones o satélites son algunas de las opciones disponibles en el mercado. Para saber elegir la correcta según el caso, los técnicos del INTA Manfredi, Córdoba, dan algunas pautas.
En este contexto, Juan Pablo Vélez –técnico del INTA Manfredi, Córdoba– destacó a la teledetección por considerarla “una herramienta no invasiva que permite recolectar información sobre la dinámica del estado nutricional de los cultivos, al tiempo que aporta datos contundentes para la toma de decisiones en la gestión de los fertilizantes nitrogenados”.
Entre los índices más utilizados, Vélez ponderó el índice de vegetación diferencial normalizado (NDVI, por sus siglas en inglés). Se trata de un sistema de lectura de la reflexión del cultivo en las longitudes de onda del espectro visible en el Rojo e Infrarrojo Cercano. Tal devolución dependerá del contenido de Clorofila y su relación con el Nitrógeno disponible para el cultivo.
Actualmente, en la Argentina existe una amplia gama de herramientas para calcular el NDVI, entre los que se destacan los sensores proximales, los sensores de media distancia y los sensores montados en satélites.
Para Vélez, “todas las tecnologías difieren en el tipo de sensado, de la información arrojada y del procesamiento de la misma, pero todas tienen el mismo objetivo de brindar información sobre el estado del cultivo en forma rápida y confiable, por lo que son complementarias”.
Tecnologías, tan diversas como complementarias
Para la obtención del NDVI, pueden utilizarse tanto el sensado directo, como el sensado y combinación de bandas. En el primero, se obtiene mediante sensores manuales o montados en maquinarias que calculan automáticamente mediante algoritmos la dosis de N necesaria en tiempo real.
Mientras, el otro método se trabaja con sensores hiperespectrales, cámaras multiespectrales y cámaras modificadas con filtros que obtienen varios espectros (imágenes satelitales o de drones o sensado manual) de los cuales debemos seleccionar aquellos de interés y combinarlos con ecuaciones por medio de software específicos.
A su vez, los equipos pueden clasificarse en activos, que generan ellos mismos la radiación que miden tras ser reflejada, o bien pasivos, aquellos que registran la radiancia reflejada o emitida por la superficie terrestre.
El hecho de ser pasivos (es decir, utilizan la luz solar) permite tomar imágenes a gran distancia como desde un avión o un satélite pero, está limitado por las condiciones climáticas, con dificultades para sensar días nublados o de noche.
También se clasifican por la distancia entre el objetivo y el sensor. Así, nacen los sensores proximales y los de media distancia. Su desarrollo y utilidad surge como necesidad de obtener información más precisa y oportuna que la obtenida con satélites.
Los proximales son sensores manuales o montados en la maquinaria o instalados directamente en campo. Por otro lado, en los sistemas a media distancia los sensores van montados en vehículos aéreos tripulados o no tripulados y obtienen la información del cultivo a diferentes distancias o alturas.
Fuente INTA