Un Metallica explosivo y un impecable debut para Rancid en la primera fecha Lollapalooza. Regalaron dos actuaciones impecables en las que reivindicaron el heavy metal, el punk y el rock, y elevaron la temperatura de una inmensa marea de personas que quedó complacida con la propuesta del festival.
La noche del sábado fue el cierre de la 4° edición local del Festival Lollapalooza, en el Hipódromo de San Isidro, en un encuentro que presentó propuestas musicales de alto nivel.
El frenético rock guitarrero de los neoyorquinos The Strokes, el edulcorado hip-hop de The Weeknd y el nostálgico pero potente show de Duran Duran se destacaron anoche en el cierre de la 4° edición local del Festival Lollapalooza, en el Hipódromo de San Isidro, en un encuentro que presentó propuestas musicales de alto nivel para todos los gustos.
En una noche en donde predominó el rock y el pop, a diferencia de la fuerte impronta metalera y punk que le habían dado la noche anterior las presentaciones de Metallica y Rancid, The Strokes puso la cuota de adrenalina necesaria con un set previsible, similar al presentado en sus anteriores visitas al país, pero no por eso poco efectivo.
Minutos antes de que se iniciara su actuación, el canadiense The Weeknd hizo su debut en el país con un impecable show, tanto a nivel musical, con un impecable sonido y una destacada performance personal, como en lo que a puesta en escena se refiere, con impactantes visuales.
Sin embargo, el clima festivalero se comenzó a vivir desde temprano cuando, aún con la luz del sol, el inoxidable Duran Duran echó mano a sus grandes hits de los ’80 y aportó una de las primeras grandes emociones de una jornada que regaló actuaciones para todos los gustos y edades.
Hacia las 22, prácticamente todos los que se habían acercado al predio de San Isidro se agolparon en torno al escenario principal para disfrutar del regreso del número central de la noche The Strokes, cuya última visita al país había sido en 2011.
La banda liderada por el cantante Julian Casablancas hizo su aparición con 20 minutos de demora, única banda que se tomó esa libertad en un Festival en donde predominó la buena organización y la puntualidad, aunque la espera pareció entonar aún más los ánimos del público.
Con un volumen estridente y una actitud relajada sobre el escenario, que a veces puede confundirse con displicencia, los neoyorquinos apelaron a un repertorio especialmente basado en el exitoso disco “Is this it”, con el lograron un inmediato feedback con el público.
Tras un remix cumbiero de su tema “Reptilia”, The Strokes abrió el fuego con “The modern age” e incluyó en su set temas como “12:51”, “Drag queen”, “Threat of joy” y “Barely legal”; sin embargo, alcanzó sus mejores momentos con clásicos como “Someday” y “Last nite”.
Pero sin dudas, el gran momento del show estuvo marcado por la adrenalítica “New York City cops”, algo así como la lectura gringa de lo que en estos lados del mundo llamamos la “maldita policía”.
A pesar de que Albert Hammond Jr. y Nick Valensi se destacaron con sus guitarras bien al frente de la banda, Casablancas se robó todas las miradas con su saturado estilo para cantar y una actitud en la que probó que el grupo logró trasladar a los grandes escenarios su impronta de banda de pub.
La buena recepción del show de los Strokes quedó en evidencia cuando los neoyorquinos debieron realizar varios bises ante el reclamo del público que no se resignaba a un show de apenas una hora y cuarto.
Antes de esta actuación, hizo su presentación en el país The Weeknd, uno de los artistas del momento, quien colmó todas las expectativas con su impactante performance como gran carta de presentación.
Con un hip-hop aggiornado, que por momentos remite al costado pop de Michael Jackson, pero también coquetea con otros sonidos negros, como el soul y el blues, The Weeknd hizo gala de una gran voz y de un buen manejo del escenario.
“Starboy”, “False alarm”, “Party monster” y “The hills” fueron algunos de los temas con el que el canadiense puso a bailar a parte de la audiencia, en un set sin fisuras que, sin embargo, por momentos adquirió un tono repetitivo.
“Es mi primera vez en el país. Espero estar pronto de regreso”, lanzó el cantante al promediar su actuación, algo que seguramente ocurrirá a juzgar por la buena recepción lograda.
Los nostálgicos tuvieron su momento cuando a las 18 inició su presentación los legendarios Duran Duran, que ofreció un set plagado de hits que, además, demostró a los más jóvenes el buen nivel del pop de los ’80.
Impecables, tanto a nivel estético como musical, Simon Le Bon, Nick Rhodes, John y Roger Taylor abrieron con “Wild boys”, para luego pasar por otros recordados éxitos como “Hungy like a wolf”, “A view to a kill”, “Notorious”, “Ordinary world”, “New moon on Monday”, “I don’t want your love” y “Girls on films”, entre otros.
También hubo lugar para un homenaje a David Bowie cuando “Planet earth” fue enlazada con “Space oddity”, mientras que para el final quedaron la balada “Save a prayer”, coreada por todo el público, y “Río”.
Entre otras destacadas actuaciones en esta jornada, también cabe remarcar el buen show brindado por Two Door Cinema Club, con un sofisticado pop que por momentos remitía a bandas como The Arcade Fire y The Killers, y por otros, enviaba guiños a los Bee Gees en su etapa disco.
De esta manera, el Lollapalooza volvió a mostrarse como una buena opción para escuchar a artistas consagrados y conocer propuestas emergentes que llaman la atención en otros lugares del mundo; además de enlazar a públicos de distintas edades.
También, este encuentro aparece como una propuesta distinta en la que se pone de manifiesto un espíritu festivalero, muy común en Europa, en donde más allá del listado de artistas, lo central pareciera ser el compartir durante varias horas un espacio en donde se puede bailar, escuchar música y realizar variadas actividades relacionadas con el entretenimiento.
Fuente Agencia Télam