Según el SENASA, entre 2008 y 2017 clausuraron sus actividades casi 1.000 establecimientos lecheros. SanCor, a un paso de quedar bajo dominio de la neozelandesa Fonterra.
La facilidad que ostenta la Argentina para, cada cierto tiempo, minar los pilares económicos que le han dado cierta identidad a nivel internacional, resulta por momentos pasmosa.
Una muestra actual de esta apreciación puede observarse en todo lo concerniente al mercado de la leche, que hoy es un mar de aguas agitadas por efecto de la casi segura venta de SanCor a un operador foráneo y la sucesión de rojos que fuerzan a la plana mayor de La Serenísima a encadenar más de un malabar para no terminar como su competidora.
En simultáneo a esto, y como otro indicador del mal momento que atraviesa el sector lácteo nacional, un estudio del Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria (SENASA) develó qué es lo que viene ocurriendo en ese rubro a partir de la actividad de la célula básica del sector: el tambo.
La medición, que toma como lapso de análisis el período 2008-2017, arrojó que en dicho recorte la Argentina sufrió el cierre de casi 1.000 establecimientos lecheros. En concreto, detalla el trabajo, en 2008 el país contaba con 10.922 tambos que concentraban más de 3,4 millones de cabezas de ganado.
Según indagó Adelanto 24, SENASA actualizó el conteo a este año y el resultado fue 9.955 instalaciones activas, lo cual expone una merma de casi un 10 por ciento.
El desglose aclara que el 27 por ciento -269- de los establecimientos se perdieron en el bienio 2016-2017. En concreto, esto no hace más que graficar cómo el escenario económico de los productores no ha hecho más que agravarse con la actual gestión de gobierno.
En tanto las provincias de la pampa húmeda continúan siendo las grandes protagonistas de la lechería nacional, lo real es que también son lo distritos que más vienen sufriendo la merma de establecimientos de la que da cuenta SENASA.
En detalle
En territorio bonaerense hoy operan 2.218 tambos. Según SENASA, en una década el distrito sufrió la pérdida de 163 establecimientos. En porcentaje, esto implica una tasa de cierre del 7,3 por ciento.
Ya en la provincia de Santa Fe, la medición señala que funcionan unos 3.403 tambos. De 2008 a hoy se perdieron alrededor de 500 puntos de producción. Esto es, un 15 por ciento.
Por el lado de Córdoba, el estudio declara 3.071 establecimientos lecheros. La tasa de cierra en esa zona es del 17,5 por ciento producto de los 540 tambos que dejaron de operar entre 2008 y este año.
El resto de los establecimientos se concentra en Entre Ríos, que hasta ahora es el único distrito que mostró crecimiento -del orden del 15 por ciento- de 2008 a esta parte.
«La actual es una situación que se origina a partir de malas decisiones que se han ido tomando en los últimos gobiernos, y una muestra de esto puede verse en la situación que atraviesan las principales empresas del sector. La rentabilidad cayó por el piso y se tomaron decisiones como atar exportaciones a Venezuela, lo cual derivó en una catástrofe financiera”, sostuvo ante Adelanto 24 Manuel Ocampo, referente de la Asociación de Productores de Leche (APL).
Desde CAPROLECOBA, la cámara que nuclea a los productores de la cuenca oeste bonaerense, una alta fuente expuso ante este medio otra variable que hunde cualquier posibilidad de recuperación del segmento lácteo en el corto plazo.
«A la situación de los precios bajos para los productores y las complicaciones financieras que se vienen arrastrando hay que sumarle un desastre climático que impide desde la producción hasta el traslado de la materia prima. En muchos lugares, ni siquiera se puede sacar la leche”, destacó.
Se estima que los anegamientos que hoy sufren varias zonas de las provincias de Buenos Aires, La Pampa, Santa Fe y Córdoba, complican la actividad económica de hasta 6 millones de hectáreas de campo. El grueso de los tambos se ubica justamente en estas áreas afectadas.
«Hay falta de rentabilidad y problemas climáticos, por lo que es necesario ordenar la cadena de comercialización. Si no se hace algo distinto y no hay una política lechera, seguirá bajando la cantidad de tambos”, sintetizó Marcelo Aimaro, presidente de la Mesa de Productores Lecheros de Santa Fe (MEPROLSAFE).
Todo esto ocurre mientras el traspaso de la unión de cooperativas SanCor a manos de la neozelandesa Fonterra está a un paso de concretarse. Este viernes, directivos del gigante oceánico reconocieron que las tratativas están por demás de avanzadas. El monto que abonaría la firma en cuestión rondaría los 1.000 millones de dólares.
De esta forma, un auténtico emblema del cooperativismo y la industria lechera nacional pasaría a integrar el portafolio de una compañía extranjera. En el sector aseguran que ese es el primer indicio de una extranjerización del sector que, de forma paulatina, podría alcanzar al resto de las principales empresas del ramo.
Después de todo, SanCor no es la única con inconvenientes financieros. Una década perdida resulta más que suficiente para poner al borde del precipicio a cualquier actividad por más peso histórico que esta tenga en el imaginario de los argentinos. Los números anteriores colocan a la lechería como una muestra contundente de que los simbolismos por sí solos ya no hacen diferencia en una economía de mercado.
Por Patricio Eleisegui para SRLC