Con alrededor de 21 millones de toneladas menos que el año anterior, la oleaginosa fue afectada por estrés hídrico, calor y, antes de la cosecha, exceso de humedad. Esto desencadenó la apertura de vainas, desgrane, brotado y desarrollo de enfermedades.
En la Argentina, el verano más seco de los últimos 50 años redujo a unos 21 millones de toneladas la estimación de cosecha de la oleaginosa. El clima afectó la productividad y calidad de los granos. Primero, una sequía extrema con altas temperaturas y estrés calórico impactó en la etapa de formación, desarrollo y llenado de grano; luego, antes de la cosecha las sojas tardías y de segunda siembra que sufrieron la sequía y que no pudieron ser cosechadas antes de las lluvias de abril y principios de mayo, padecieron los excesos de humedad por el temporal esto provocó la apertura de vainas, desgranes, brotado y desarrollo de enfermedades en tres millones de hectáreas.
“Las principales regiones productoras presentaron mermas en sus rendimientos”, señaló Martha Cuniberti, referente del laboratorio de Calidad Industrial y Valor Agregado de Cereales y Oleaginosas del INTA Marcos Juárez. Y analizó: “En forma preliminar, se estima un rinde promedio nacional en 22,2 quintales por hectárea, casi 10 menos que las dos últimas campañas, con variabilidad entre zonas y dentro de cada región”.
Según el informe de estimación de cosecha de la Bolsa de Comercio de Rosario (BCR), al 16 de mayo la oleaginosa alcanzará unos 37,03 millones de toneladas. La Guía Estratégica para el Agro (GEA) de la BCR indicó que “sólo la región núcleo muestra promedios interesantes, en torno a 34,5 quintales por hectárea, en soja de primera que pudo aprovechar el agua acumulada en primavera y las napas altas”.
“Las pérdidas más importantes se estiman en soja de segunda en toda la región pampeana, con registros pluviométricos que registraron los valores más bajos de los últimos 11 años”, apunta el documento de GEA y agrega: “El estrés hídrico provocó hectáreas perdidas y lotes a cosecharse con rindes entre un 25 y 30 % por debajo del ciclo anterior”.
En este contexto, Cuniberti advierte que Córdoba sería una de las provincias más afectadas “con un pronóstico de producción de 7,9 millones de toneladas, un 40 % menos que la campaña anterior y el segundo tonelaje más bajo de las últimas 10 campañas”.
De acuerdo con el informe de GEA, además de Córdoba, otras provincias como Buenos Aires, Santa Fe, Entre Ríos y el norte del país sufrieron una disminución de la producción, en comparación con la campaña 2016/17.
Calidad de la cosecha
Desde hace 21 años, el Laboratorio de Calidad Industrial y Valor Agregado de Cereales y Oleaginosas de INTA Marcos Juárez analiza muestras de soja provenientes de acopios y cooperativas de la zona núcleo con el objeto de conocer la calidad de la cosecha de cada año.
“Este año analizamos 989.000 toneladas entre soja de primera y segunda siembra”, dijo Cuniberti y aseguró: “En soja de primera, se observó heterogeneidad en el tamaño de granos, con tendencia a pequeño, pero de buen aspecto, color levemente verde, secos y duros. Mientras que, en la de segunda, el daño en llenado de gano fue mayor, con granos pequeños, de diferente calibre, mayor presencia de granos verdes y granos brotados”.
“El porcentaje de granos dañados después del temporal fue superior a la campaña 2015/2016 que fue de 11,1 % con máximos de 83 %”, recordó Cuniberti.
La Norma XVII de comercialización de soja Nº 151/2008 contempla alteraciones dentro del rubro granos dañados, e incluye a los brotados, fermentados y ardidos, por calor o podridos. “La pauta establece como base de recibo y tolerancia un 5 % de granos dañados y aquellos lotes que lo superen serán castigados con el 1 % por cada por ciento o fracción proporcional, con una tolerancia de recibo del 10 %.”, acentuó la referente del Laboratorio del INTA.
La presencia de granos verdes genera inconvenientes en los procesos de industrialización de soja, debido a que en el proceso de obtención del aceite se transfiere la coloración verde y en la producción de harinas aparecen mayores valores de residual de materia grasa.
En las partidas de soja cosechadas después del temporal será difícil su procesado industrial, debido a que agravaría el problema de clorofila en los aceites. “Nuestra sugerencia a los acopios es no mezclar soja antes y después del temporal porque estarían desmejorando mucho la calidad, con incrementos en los castigos por granos dañados y granos verdes”, apuntó Cuniberti y añadió: “Esto exigirá un manejo diferencial y costos extras de producción a nivel industrial”.
El contenido de proteína y de aceite se relacionan con el rendimiento. Cuando baja la proteína se incrementa el rinde y sube el aceite con el mayor rendimiento de grano. “En esta campaña se esperaba una suba en el contenido proteico, cosa que no ocurrió por efecto del estrés hídrico y calórico que influyó en un llenado deficiente y que afectó a la baja de ambos parámetros: rendimiento y proteína”, explicó Cuniberti.
El promedio de proteína llegó al 34 % sobre base seca y fue el valor más bajo en soja de primera de los 21 años de muestreo en acopios y cooperativas de la región central del país.
En soja de segunda, la proteína fue de 35,4 %. “En muestras con distintos porcentajes de granos dañados, sobre todo aquellas con alto porcentaje de daño, el contenido de proteínas fue más alto que en un grano normal”, resaltó Cuniberti.
El contenido de aceite fue alto como ocurre todos los años, con 23,4 % de promedio. En soja de primera llegó a 24,1 % y en la de segunda a 22,4 %.
En cuanto al PROFAT promedio fue de 58 %, valor inferior a las tres campañas anteriores y al promedio de 21 años que fue de 61 %.
Fuente INTA Informa