El informe semanal de Rosgan apuntó a que a diferencia del sector agrícola, la participación de la exportación no supera el 30% de la producción total y por otro lado no siempre se produce una transferencia plena al resto de los eslabones de la cadena.
“Mucho se habla del efecto retenciones pero poco de la brecha cambiaria. Si bien su efecto no es despreciable, especialmente para aquel ganadero que produce animales para exportación y percibe un ‘dólar carne’ 9% inferior al dólar oficial, para el resto del mercado que tiene por destino el consumo interno, la mayor distorsión reside en la brecha cambiaria”, indicó el último informe semanal de ROSGAN.
“Si esta brecha que vemos hoy termina traccionado la cotización oficial hacia la paralela, es probable que hoy el sector ganadero esté ante una oportunidad de capitalización muy atractiva”.
Al analizar el precio del ternero hoy en dólares, tomando un valor promedio de 110 pesos el kilo, al dólar oficial tendríamos un equivalente de 1,60 usd/kg mientras que al paralelo (‘Blue ´) ese valor se reduce a 0,90 usd/kg. Es decir, aquel productor o inversor que tenga los dólares guardados, podría estar comprando un 40% más barato el kilo de ternero. A su vez, para quien no tiene los dólares y analiza la oportunidad de hacer una colocación en pesos, irse a kilos de carne le permite resguardar sus pesos al tiempo que genera una renta productiva. En efecto, en los últimos doce meses el precio del ternero aumentó un 63% contra una inflación interanual del 48%, al mes de marzo.
Sin embargo, cuando toda la cadena comienza a hacer esta misma lectura de mayor devaluación futura, rápidamente empieza a ajustar los precios elevando los costos estructurales de producción. En general, el precio de reposición tanto de insumos como de bienes de uso tiende a acompañar implícitamente el valor del dólar libre.
En este sentido, con una fuerte participación de consumo local cuyo poder adquisitivo, en general, muestra retrasos contra la inflación, posiblemente la velocidad de ajuste de los precios de la carne -y hacia atrás de la hacienda- termine siendo más lenta que la de los insumos que requiere su producción. En definitiva, costos de la cadena que ajustan en función de las expectativas futuras de devaluación y un producto final que encuentra un techo muy duro de quebrar en el poder de compra del asalariado, podrían conducir a una pérdida directa del valor de compra del productor.
Tras la pandemia, ganar participación en los mercados externos será muy difícil si Argentina no logra mantener un tipo de cambio competitivo, advirtieron desde Rosgan, “más aún de cara al elevado nivel de oferta que el resto de los países productores estará ávido de colocar”.
Fuente Campo Litoral