En un informe, el IPCVA argumentó que la ganadería argentina no perjudica el medioambiente y tiene un gran potencial frente a los mayores requerimientos de sustentabilidad en el mercado mundial que se viene luego de la pandemia por COVID 19.
Los últimos meses se caracterizaron por el confinamiento general y la reducción drástica de muchas de las actividades del día a día. De todas las líneas de producción afectadas por el brote del COVID-19, la cadena de ganados y carnes se encuentra dentro de las actividades esenciales en esta crisis. Y de hecho continúa brindando y garantizando este alimento emblemático para los argentinos a lo largo y ancho del país. Cuando toda la sociedad atraviesa este difícil momento, con un horizonte incierto en lo sanitario y en lo socioeconómico, el sector cárnico dice una vez más presente y está cerca de la gente, cuidando el funcionamiento de la cadena para poder ofrecer de manera ininterrumpida carne vacuna segura y asequible.
Cuando se analizan los datos de los niveles de contaminación durante la cuarentena obligatoria sufrida por el mundo entero, los registros de organizaciones como la Agencia Espacial Europea o la mismísima NASA, la contaminación que durante los últimos meses los niveles de contaminación del planeta han caído de manera formidable .
Concretamente, desde los momentos previos a este mundo en suspenso, la NASA ha dimensionado un descenso entre el 20% y el 30% de las emisiones de emisiones de dióxido de nitrógeno en países como Italia, China y EEUU donde el covid 19 complicó el normal funcionamiento de plantas de energía, buena parte de la industria y afectó mucho el desenvolvimiento normal del transporte.
Esto, no hace más que demostrar que la ganadería, y con esto la producción de carne, no es el alcalde responsable de las emisiones de gases de efecto invernadero, quedando en evidencia que otras actividades como la producción de energía, el transporte o la industria a gran escala en muchos países con poder político, tienen mucha responsabilidad mayor en el cambio climático.
Si se calcula las emisiones globales de todos los sectores de la economía, las emisiones agropecuarias de Argentina explican entre 0.5 – 0.6% de las emisiones globales; Una cifra muy poco significativa a escala mundial.
A pesar de ello, vale profundizar en el enfoque que plantea Ernesto Viglizzo, uno de los máximos referencias y expertos en el tema en Argentina. Sostiene que es necesario perfeccionar y homologar a nivel internacional las metodologías para dimensionar la emisión de gases de efecto invernadero y considerar además la fijación de carbono por parte de la biomasa que habitualmente no vemos y que está en el suelo.
La fijación de carbono de nuestros suelos permite un crédito de carbono en condiciones de neutralizar la totalidad de las emisiones de los otros sectores de nuestra economía. Nuestra ganadería no solo no resulta perjudicial para el medioambiente, sino que vuelve sustentable a la totalidad de nuestro sistema económico. De hecho, Argentina emerge como el país que muestra el balance de carbono con mayores excedentes en toda la región del Mercosur, secuestrando 12 veces más de lo que emite, comparado con una relación de 3,5 promedio para la región.
Lo que se viene
Indudablemente la cadena de ganados y carnes es una actividad muy importante para la economía argentina y lo será aún más en la etapa de recuperación postpandemia. Se necesitarán carne y dólares.
Argentina necesita de las vacas y necesita de productores que produzcan vacas. Todo el interior del país está relacionado con algún modo u otro con la ganadería. Eso es un aliciente para profundizar un camino hacia estrategias de mitigación que nos permite seguir posicionándonos como uno de los países ganaderos más sustentables del mundo.
Vale la pena recalcar que a pesar del incremento del uso del grano en la alimentación de nuestros animales, seguimos teniendo una ganadería predominantemente extensiva en nuestro país. En este sentido, si bien es cierto que la emisión de metano es mayor cuando los animales se alimentan de pastos fibrosos que cuando se nutren de cereal, investigadores de la Universidad de Michigan en EEUU, demuestran que si el pastoreo se realiza con un manejo apropiado es posible lograr un balance de carbono más beneficioso.
En Argentina podrían obtenerse ganancias significativas a partir de una reducción de entre 19 y 60 % en la intensidad de emisión y un incremento de la producción de entre un 24 y un 70 % implementando medidas de intervención individuales para reducir la intensidad de CH4 entre 3 % y 39 % (kg CH4/kg peso vivo), dependiendo del tipo de intervención y el sistema de producción.
En este marco, el IPCVA trabaja mancomunadamente con el INTA, las principales universidades y con otros organismos e instituciones del sistema científico tecnológico de nuestro país para promover la difusión y adopción de nuevas tecnologías de manejo adaptadas a las distintas realidades ganaderas del país y que constituyen la base para aportar conocimiento local. Esto con el propósito de dimensionar correctamente el equilibrio que logran nuestros sistemas en materia ambiental y los objetivos complementarios de lograr un perfeccionamiento de las estrategias de mitigación de emisiones y de secuestro de carbono.
Los requerimientos de sustentabilidad y mayores resguardos para la salud de los mercados es probable que se acrecienten postpandemia. La Unión Europea, de hecho ya ha aprobado una normativa que impone nuevas reglas para las empresas en materia de seguridad alimentaria a partir del 1 de abril de 2020.
En el marco de la estrategia de la UE (Farm to Fork Strategy), seguramente se irán armonizando cada vez más las declaraciones voluntarias sobre sostenibilidad que aparecen en las etiquetas alimentarias y se desembocará en un modelo de etiquetado sostenible con mayor grado de detalle de la información nutricional, social y medioambiental de los productos.
En esta lógica, resurgirá la mayor valorización de los productos locales, los productos km cero como a muchos de ellos se los conoce y verdaderamente si queremos elevar la vara de nuestra competitividad debemos a estar dispuestos a trabajar seriamente por una ganadería más sustentable y con valor por sus servicios ecosistémicos. El potencial está. Hay retos, desafíos y oportunidades. No volvamos a perder otro tren.
Fuente Campo Litoral