La varicela es la enfermedad exantemática (comúnmente conocida como eruptiva) más frecuente. Es una enfermedad altamente contagiosa y es endemo-epidémica, lo que puede determinar brotes en instituciones cerradas como jardines maternales, colegios y centros asistenciales, entre otros.
El agente causal de la varicela es el virus varicela zóster (VVZ), miembro de la familia de los virus herpes, con capacidad de producir latencia tras la primoinfección. Durante el período de incubación el VVZ llega a los ganglios de las raíces dorsales, en especial a los dermatomas que corresponden al trigémino, nervios torácicos y lumbares. En estas localizaciones, el VVZ queda latente de por vida pudiendo reactivarse sobre todo en situaciones de inmunodepresión. Su reactivación origina el herpes zóster.
El ser humano es el único reservorio conocido y las formas de transmisión más frecuentes son a través de la inhalación de pequeñas gotas de secreciones que se expulsan de forma inadvertida por la boca y la nariz al hablar, estornudar, toser o espirar (gotas de Flügge) o por contacto directo con el contenido de las vesículas de varicela o de zoster.
Es posible también la transmisión vertical (de madre a hijo) cuando la embarazada susceptible padece la infección durante el embarazo (transmisión intrauterina) o el periparto (transmisión perinatal).
Cuando la madre padece varicela 5 días antes o 2 días después del parto se produce la varicela perinatal, que puede ser un cuadro grave.
El período de contagio se extiende desde 2 días antes de la aparición del brote y se extiende hasta que las lesiones se transforman en costra. Luego de un período de incubación de 2 a 10 días comienzan las manifestaciones clínicas de la enfermedad; al principio con signos y síntomas inespecíficos como malestar general, inapetencia, cefaleas y dolor abdominal que suelen observarse en la mitad de los enfermos. Finalmente aparece el exantema o brote característico que habitualmente permite el diagnóstico de la enfermedad sin necesidad de estudios complementarios.
Es de distribución cefalocaudal (se inicia en cabeza y cara y luego se extiende a tronco, abdomen y extremidades) y presenta una evolución característica: comienza con una mancha rojiza (mácula) que luego se eleva (pápula), luego se transforma en vesícula con contenido líquido infectante y finalmente aparece la costra que marca el final del período de contagio. Una característica importante es que pueden verse lesiones en distintos períodos evolutivos.
La varicela fue considerada por años como una enfermedad benigna; sin embargo pueden presentarse complicaciones, poco frecuentes, que varían según la edad y las enfermedades de base del paciente. Estas pueden ser:
Complicaciones infecciosas
Locales, por estreptococo o estafilococo, como impétigo, celulitis, abscesos subcutáneos, linfadenitis, etc
A distancia: neumonía, sepsis, artritis
Complicaciones neurológicas: ataxia cerebelosa, meningitis, encefalitis, mielitis transversa
Complicaciones Respiratorias: neumonitis, más frecuente en adultos e inmunocomprometidos.
Por otra parte, el impacto socioeconómico que esta enfermedad produce, con un peso significativo en la atención de salud, costos sociales y en las consecuencias socioeconómicas derivadas del ausentismo y pérdida de productividad laboral de las personas encargadas de cuidar a los enfermos, contribuyó para que la varicela fuera jerarquizada como un problema prioritario de salud pública en nuestro país.
En este sentido, la vacuna contra el VVZ es una herramienta importante para reducir en forma significativa la carga de enfermedad, así como la morbimortalidad por sus complicaciones o formas graves de presentación, especialmente en las poblaciones de riesgo.
Es una vacuna a virus vivos atenuados incluída en el calendario nacional de vacunación desde el año 2015 como única dosis a los 15 meses de vida.
Los esquemas de dosis única tienen como objetivo principal reducir la morbilidad grave y la mortalidad por varicela, pero no son suficientes para limitar la circulación del virus y prevenir los brotes incluso en niños vacunados.
En cambio, los esquemas de dos dosis además de disminuir la morbilidad severa y la mortalidad, logran reducir significativamente el número de casos y posibles brotes en poblaciones vacunadas.
Es por eso que el Ministerio de Salud de la Nación dispuso recientemente la incorporación de una segunda dosis para todos los niños y niñas que cumplan 5 años a partir del inicio de la estrategia (1° de enero de 2022).
Serán incluidos además en esta estrategia todos los niños y niñas mayores de 5 años (nacidos a partir del 1° de octubre de 2013) hayan o no recibido oportunamente la primera dosis de vacuna, en función de iniciar o completar su esquema de dos dosis.